26 octubre, 2005

Yo también fui un animal salvaje

Y lo sigo siendo, por que la condición de hijo que marca tu venida al mundo te acompaña hasta que partís.
No sé que fantasías tendría mi madre sobre mí cuando yo todavía no era yo, seguramente algunas cumplí y seguramente muchas no.
Lo que sí sé es qué fantasías y expectativas tenía yo con respecto a ella cuando tuve edad para fantasear. Yo quería una mamá como la de Adriana, mi mejor amiga de la primaria.
Quería una mamá con pollera, que me esperara con la leche servida cuando volvía del colegio, ese tipo de madre abnegada que limpiaba y cocinaba, que dejaba de lado su carrera para dedicarse a su familia, que iba a misa los domingos y nunca puteaba.
Y mi vieja...Mostraba (y muestra) las piernas solamente en verano cuando se ponía (y se pone) la bikini (la mamá de Adriana siempre malla enteriza), cuando yo llegaba del colegio estaba trabajando y lo más elaborado que salía de su cocina era una milanesa con ensalada.
Mi madre, dentista ella, ejerció su profesión desde que se recibió a los veintiseis años y sigue ejerciendo hasta el día de hoy que cuenta con sesenta y ocho. Obviamente no iba a misa (ni va), salvo cuando necesitaba algún milagro en su vida. Puteaba (y putea) como un camionero (la mamá de Adriana lo más duro que dijo en su vida fue miércoles!) y chupaba (y chupa) como un marinero (la mamá de Adriana se tomaba un Ocho Hermanos alguna noche de invierno).
Tanto desencuentro entre realidad y fantasía produjo más de un desencuentro entre ella y yo, por lo que mi adolescencia, que de por si es trance jodido, fue bastante difícil.
Con la llegada de mis hijas, no sólo sigo siendo hija sino que además, obviamente, soy madre. Y este ser madre me reconcilió con la mía.
Recién ahora entiendo que gracias a que no fue como la mamá de Adriana, yo soy quién soy(tan parecida a ella). Que sin querer, casi por ósmosis, fui incorporando recursos que me permiten plantarme ante el mundo (y no me van a voltear así nomás).
Recién ahora entiendo que cada uno es como es, más allá del deseo del otro y que cada uno hace lo que puede.
Recién ahora, cuando veo la ternura que derrama sobre mis hijas, me acuerdo que también lo hizo conmigo.
Recién ahora puedo decir que estoy orgullosa de esta dentista medio loca, feminista acérrima, bocasucia y medio curda que me tocó como madre.
Recién ahora me doy cuenta que yo también fui y sigo siendo un animal salvaje.

5 comentarios:

JB dijo...

coincido plenamente...la relación con mi mamá fue siempre muy difícil (en parte por exceso de amor de su parte, aunque suene ridículo y por las expectativas que ella ponía en mí más que yo en ella), de todas maneras, ahora que soy madre, y ahora que tengo una hija (primero simón, ahora roberta) pude enteder, perdonar y agradecer todo.

saludos,

m a dijo...

Si, Pilarcito y jb, yo creo que recién cuando la experiencia se hace carne aparece la comprensión, el perdón y el agradecimiento

Josie Janeway dijo...

yo no soy madre, pero mi madre es de las que dejaron su carrera y su vida por la familia. No sé si eso está bien o está mal, cada uno elige. No sé como voy a ser yo cuando sea madre, pero no dejaría mi profesión (el dia que me reciba, claro)

Bestiaria, sos psicoanalista??

m a dijo...

Si Josie, soy una convencida de que es cuestión de elecciones y que cada uno determina si está bien o mal lo que eligió. También creo que no podés ser feliz en un aspecto de tu vida si estás frustrada en otro.
Y Bestiaria no sé, pero a mi me faltan 5 materias para recibirme de Psi.

m a dijo...
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