30 enero, 2006

Lo que se hereda...

Cada vez que llegamos a la casa de mis viejos la misma historia, las nenas entran corriendo, se van sacando la ropa (dejándola por el camino) hasta quedar en bombacha y toman por asalto el dormitorio, en donde se atrincheran por el resto de la noche o el día, según la hora en que lleguemos.
El sábado fue uno de esos días
-Yo no sé de donde sacan esas cosas estas dos, qué desordenadas son! Mirá como se ponen en bolas- le dije a mi mamá después de saludarla, mientras me sacaba las sandalias y las dejaba en el palier. Saludé a mi papá, revoleé la cartera en el sillón, tiré una bolsa con videos en otro sillón, me arremangué el vestido le hice un nudo dejándolo del largo de una minifalda mientras me iba a “mi” lugar en el comedor diario.
Mi vieja me miró y me dijo
-Me estás jodiendo? Hacen lo mismo que hacés vos.
-Yo? Qué hago?
-No te diste cuenta?-
me contestó señalando el reguero de cosas que indicaba el camino seguido y mi cuerpo semi desnudo.
Y no, no me había dado cuenta.
Ahí nomás empezó la enumeración de similitudes por parte de mis progenitores, a saber:
Mi uniforme habitual era una bombacha (igual que mis hijas), solamente me vestía completa en fiestas de guardar o cuando iba de visita a algún lado; salvo que hagan 10ºC bajo cero andamos descalzas, desde que aprendimos a hablar contestamos hasta quedar con la última palabra, siempre fuimos tercas como una mula, normalmente dejamos todo tirado, a pesar de tener los ojos muy grandes cuando nos reímos parecemos chinitos, nuestros malhumores son soportados estoicamente por los que nos rodean, somos curiosas, nos gusta dibujar e inventar historias, amamos a los animales y a las plantas. La lista seguía y seguía.
Ante tamaño recordatorio, alegué que también tenemos muchas cosas que nos distinguen. Por ejemplo: Sol queda en calzones solamente en épocas de calor y Abril hace un culto del nudismo total tanto en invierno como en verano, yo me he vuelto un poco más recatada con la edad (me desnudo cuando es necesario) Sol quiere ser princesa y Abril tener muchos hijos pero que se los cuide yo, yo me conformo con ser quien soy. Sol dibuja en papel, Abril se dibuja el cuerpo, yo hago las dos cosas. Sol se enoja y le dura mucho, Abril se enoja y le dura poco, yo me enojo y depende con quién, me dura o no. Ellas dejan todo tirado, yo también, pero de última lo junto.
...
No encontré nada más.
Recién ahí, bajo la mirada burlona de mis viejos, caí en que mis hijas y yo nos parecemos más de lo que creía.

26 enero, 2006

El cumple se festejó en un salón de fiestas, allí la señoanimadora secuestraba prolijamente los paquetes que traían en la mano los invitados e invitaditos y aseguraba que se los darían a la cumpleañera al final. Al salir, le dieron a mi adoradísma "sobrina" Carmela, una enorme bolsa de residuos negra donde estaba todo aquel botín. Salimos del evento (detesto los salones de fiestas!!)después de haber padecido durante un par de horas el frenesí musical de Miranda, Belinda, Raven, Britney, y todo el pop para agrandaditas. Comimos los adultos comidita rica de fiesta pero los chicos deglutieron algo parecido a alimento para animalitos -chizitos- y bebieron copiosamente litros de cocacola. Nuestra imagen por la calle era patética: 30 grados a full, la imagen de mi Carmelita linda, estrenando sus 5 años y caminando agobiada bajo el peso de su tesoro en bolsa de basura, parecía algo como la niña de la bolsa.
Claudia insistió en "reunión íntima" en la casa ya que al final estaría bueno reponernos...y chusmear todas juntas -las madres-.
Apenas entramos a su casa, Carme vació la bolsa sobre la alfombra y cuál ave-fénix con la energía más que renovada, fue ´a por ellos´: los regalos.
En un lindísimo envoltorio con tarjetita bien prolija estaba guardado el regalo de la re-bobe, la bobe y el zeide (bisabuela y abuelos de carmela): encantadores viejecillos, con buenísima voluntad, suficiente dinero y escasa intuición de lo que puede depararle a la cumpleañera y sus amigos ese dilemático regalo.
Lo abrió y su cara estaba extasiada. Había tenido la beatífica visión de la “Barbie embarazada!!”. Y era toda suya. La muñeca se llama Midge.

Yo, confieso, no pensé en ninguna de esas cosas que en general pienso cuando tengo que regalar algo para chicos chiquitos….no pude; frente a Midge depuse todo intento de selección bienpensante, didácticamente correcta y progresista de juguetes. Quedé atónita.

Allí estábamos todos, contemplando alucinados la evidencia milagrosa de una futura maternidad rarísima. Carmela le dio a su madre la caja para que la abriera con cuidado, en un gesto casi devocional. Los ojos de todos siguían implacables ese periplo.
A partir de ese momento y quién sabe durante cuánto tiempo, Midge estará entronizada en un lugar preferencial del mundo Barbie de Carmela. Eso sí, ese primer día entre primos y amigos íntimos debió padecer una infinita procesión. Todos los que estaban quisieron tenerla, verla, espiarla. Me incluyo.
Cada uno oficiaba una y otra vez el mismo rito: desnudarla ( con notable esfuerzo porque si fuese posible, Midge es aún más rígida que Barbie), mirarla con extrañeza, reconocer la portación de pudenda bombacha marca barbie y observar con rigor la panza a punto. Desde el sillón las madres nos reíamos ante la evidencia de que la muñeca tiene la chabomba labrada sobre la piel, ese sí es el perfectísimo cinturón de castidad!: Barbie, Midge y cualquier otra SON-CON-BOMBACHA.
La rutina infantil se desplegaba delante de nuestros ojos, todos hicieron parir a la pobrecita una vez y otra y otra y otra. Es que el asunto era increíble!, tenían que apretar con vigor hacia adentro, hasta hundirla, la panzota plástica. Lo hacían con una fuerza mezcla de morbo y placer sólo para observar el increíble y brevísimo momento (probablemente imaginado de otro modo, tantas veces) en que el bebé sale literalmente eyectado del inhóspito vientre. Es un parto catapulta!
Durante el tiempo que duró el encanto de la novedad.....supuse que asistiría – y me preparé con toda la curiosidad que tengo- a las más diversas e insólitas conversaciones entre pares, acerca de los orígenes de la vida (probablemente hipótesis sobre el propio origen). ¡Qué infinita decepción!, solo me llamó la atención que ninguno preguntara por el padre, tutor o encargado del extraño bebé que emerge del vientre materno con el pañal puesto.
Sí, sras. y srtas. Mattel cuida no solo de la moral de la madre impenetrable que ni siquiera tiene vulva, vagina ni agujerito por donde parir o hacer caca…sino también la moralita del encantador vástago. El pañal debe habérselo tragado Midge, junto con la "semillita" al momento de la concepción inmaculada...porque es de tela!!. Se puede sacar eso sí: y la hipótesis de Claudia es que eso es posible sólo porque el bebé es varón. "Macho" dijo la partera y mostró con orgullo su gracioso pitulín.
Algunas amigas y yo, que pasamos por esos otros partos, como dios manda, nos preguntábamos con envidia retórica, porqué tardamos más de un instante en volver a tener el pelo prolijo, ese rostro plácido, los labios sonrientes y maquillaje perfecto...y esa turgencia mamaria que ni chorrea ni se le marca una sola venita...pero sobre todo A MIDGE LE AFLORA UNA PANZA NUEVA CHATA E IMPECABLE apenas salido el niño!!. La flacura increíble de Midge posparto nos puso un poco tristes. Pero las preocupaciones de los chicos fueron en general del orden de la pura mecánica: no hubo inquietudes acerca del deseo, de las relaciones de parentesco, de la sexualidad, ni siquiera acerca de la diferencia sexual anatómica. Midge resultó un fiasco para mis amigas progres que insisten en regalar “De dónde venimos”, pero también lo fue para las más mojigatas que esperaban que la presencia de una niña avivada como Laurita respondiera con la sabiduría de los 9 años, “esas” preguntas infantiles que las cómodas sras. eluden con descaro.
Nada.
No hubo siquiera una de las nenas que sintiera la más mínima empatía por la pseudo maternidad de Midge ni por un segundo. No la creyeron, les da más entusiasmo que alguna se disfrazase de futura mamá poniéndose un almohadón debajo de la remera y haga la mímica dolorosa y sudada del parto más novelesco.
Pero a mí sí me dio un poco de impresión. Midge agitó mis peores fantasmas en relación a lo materno. (por supu que no los revelaré acá), pero me pareció monstruosa.. Por esa actitud inhiesta de abanderada de escuela, por que el gesto gélido la hace más parecida a una máquina “portadora de niños” que a una puérpera. Porque aunque sepamos que no existe tal cosa como el instinto materno, a todas nos gustó de chicas jugar a la mamá alguna vez. ...pero ese maniquí es absolutamente inverosimil, incapaz de generar la más mínima ficción que no fuera la del bebé bala.

Un juguete que no sirve para jugar, sencillamente no sirve para nada.

21 enero, 2006

Ayer tuve una experiencia mágica...

Mi chico de doce años cantó por primera vez con su coral.
Ya sé que puede sonar cursi, pero tuve que morderme los labios para no dejar escapar ninguna lágrima (me habría matado si sus compañeros de Instituto me hubiesen visto llorar).
Vosotras me entenderéis, estoy segura. Verle allí arriba, delante de una orquesta en un ambiente (una iglesia) tan propicio y cantando las canciones de la BSO de Los Chicos del coro...

No lo está pasando demasiado bien en el Instituto. Es su primer año y es demasiado "distinto" al tipo de escuela al que estaba acostumbrado. Durante todos los años de clases estuvo con los mismos compañeros. Algunos se marcharon, otros llegaron nuevos, pero la mayoría se conocían desde el primer día. Los profesores, los padres, todo aquel ambiente era suyo, le pertenecía.
De pronto y con sólo doce años, se encuentra en otro lugar, con compañeros a los que no conoce y profesores que le resultan extraños. Los principios suelen ser complicados y para él también lo han sido. Entonces surgió. Su tutora es profesora de música y se propuso montar una coral escolar. Los "amigos" de Guillermo (que es mi hijo) no quisieron ni oír hablar de eso. Pero él se sintió atraído enseguida, le gusta la música. Así que se apuntó. Todos los días, durante cuatro meses, han ensayado a la hora del patio y todos los viernes al terminar las clases.
Hasta ayer.
Me sentí muy orgullosa y emocionada al verle allí. Diez valientes niños, frente a unas cuarenta niñas. Nerviosos y emocionados, supongo que para hacer juego con unos padres que les mirábamos como si hubiesen descubierto la música esa noche y rezábamos porque en su vida todo fuese como en ese momento.
Quería contároslo porque aquí, en casa, debo comportarme como si ayer fuese un día normal. ¿Verdad que me entendéis?

Antonia Romero

18 enero, 2006

De padres e hijas

Los post de Daniela inevitablemente despiertan mis recuerdos. Leyendo el anterior, en el que hablaba del amor de padres e hijas, el relato me remontó hacia mi papá.
En otras partes del blog escribí sobre la relación con mi mamá y con mi hermano, pero a mi viejo lo mencioné apenas. Creo que hay tanto amor salvaje dando vueltas todavía entre nosotros que no tuve la necesidad de volcarlo, pero ahora que se levantó el dique, me acordé.
Uno de mis primeros recuerdos es el de las mañanitas en el norte de Santa Fe (soy santafecina) en que por casualidad madrugaba y él ya estaba tomando mate en el jardín, yo me acercaba con mi sillita y el me preparaba “el especial”, mate con azúcar y en lugar de agua, leche. No hablábamos porque yo todavía no manejaba mucho la palabra, pero disfrutábamos en silencio de nuestra mutua compañía. Por las noches me acompañaban sus cuentos inventados, de animalitos (los mismos que ahora les cuento a mis hijas). Me acuerdo también el acompañarlo a ver pacientes al hospital para después pasar a meter los pies en el río barroso que lamía nuestro pueblo, antes de volver a casa. Más o menos cuando tenía cuatro años nos mudamos a Bs. As. por etapas, primera etapa: nos vinimos mi mamá y yo para conseguir casa, colegio, consultorio; segunda etapa: se vino él con el resto de las pertenencias después de haber liquidado lo que quedaba. Entre etapa y etapa pasaron algunos meses en los que nos veíamos muy poco, solamente cuando el venía unos días. Qué sentimiento de vacío cuando se iba! Yo atesoraba los papelitos de los caramelos que me compraba como para retener algo de su presencia, de los besos cosquillosos de sus bigotazos, hasta la próxima visita.
Ya totalmente establecidos apareció mi hermano y el idilio empezó a romperse, terminó de partirse, pensaba yo, en mi adolescencia. Puse a prueba y desafié constantemente cada uno de sus límites y su paciencia. Pero el tipo no acusaba recibo, recién ahora entiendo que si no lo hizo fue por el amor que me tenía, de otra manera no hubiera podido soportarlo. Fueron unos años difíciles, más para él que para mí, que se vió de pronto con que su bebé se había transformado en el bebé de Rosemary. Capeamos unos cuantos temporales juntos, solitos y salimos adelante.
Tuvo el buen tino de no invadirme nunca, de respetar mis tiempos, de prevenirme y a pesar de eso, con todo el dolor de su alma reflejado en los ojos, dejar que me rompiera la cabeza contra una pared cada vez que insistí en hacerlo. Me dejó crecer y salir de la protección cálida de sus brazos con las suficientes herramientas para enfrentarme yo sola a lo que venga, pero haciéndome saber que siempre va a estar ahí, para mí, cuando lo necesite, para lo que sea.
Yo, tan explosiva, tan inquieta, él, tan agua de pozo, tan medido. Tan distintos nos fuimos igualando al entender la diferencia del otro.
Su presencia me produce lo que la mía produce en él, una total pacificación interior, aún hoy, cuando falta poco para que los papeles se inviertan.

14 enero, 2006

En el auto, su prima le saca a Juan ésta foto. Ella se la manda desde su máquina a la compu y desde ahí me la envía él a mí. Es mediodía y la luz apenas parece estar despuntando, ¿no?. Curiosamente es él quién va dando indicaciones a sus tíos de cómo llegar a tal o cual lugar, se orienta muy rápido y es mandón. Las primas mujeres son ligeramente menores y están cuasi enamoradas de mi hijito...
La comunicación entre un adolescente varón y su madre suele ser bastante acotada, sobre todo si como nosotros dos, somos de poco hablar. Igual estos días fueron muy intensos para sus años, el estar full-time con sus tíos varones, le abrió el universo de esa cosa de masculinidad gregaria que no es precisamente el gineceo doméstico. Siempre disfruté mucho de mis amigos y los amigos de mis hermanos, de los varones y sus asuntos. Disfruté con gran curiosidad, con intriga, con ganas de saber cómo son.
Le hago estos dos comentarios (el de los primos encantados y el de qué distinto es tener hijos que hijas) al dueño de casa, padre de niñas: me cuenta como quien se desnuda que sus hijas lo han enamorado con una furia incontrolable, con cada una sucede otra vez. Que así sabe que puede amar a más de una mujer, y que sólo desde entonces tiene la certeza de que puede ser el tipo más pelotudo del mundo con total tranquilidad: se sabe profundamente amado por ellas. Me conmueve. Es gracioso verlo pedir "no le cuentes a nadie" -cosa que juro, y ya ven!- "las amo tanto, tanto que a veces cuando duermen me acerco y no lo puedo creer, ese abandono, esos cuerpitos despatarrados y los cachetes pidiendo a gritos "comeme", "me he vuelto salvaje desde que soy padre de estas niñas: creo que me siento de verdad un hombre".
Me río. Le digo que alguna vez inventé una teoría rara: pero que Lucía y Laura, con ese amor loco que su padre les corresponde ciegamente, son capaces de llevarme a mí y al mundo entero por delante. El amor de un padre a una hija mujer, ese amor incondicional y que sabe resignarse cuando llega el momento, las hace poderosas, libres, seguras, bellas....Los varones con quienes las madres también tenemos esa clase de amor, igual de amoroso pero distinto, si es correspondido hace de ellos varones sensibles y sutiles; de esos que suelen ser complacientes y con ganas de vernos satisfechas...Juan y Martín fueron hasta los seis años el compendio del edipo. Puedo acordarme de sus manitos metiéndose por debajo de mi ropa ,cuando los hacía upa a eso de los tres años, y acariciándome se iban durmiendo.
No me resulta interiormente fácil dejar a Juan crecer del todo, imaginarlo ya dentro de poco pensando en otra/s... Mi hermano se ríe casi hasta descostillarse.

Cuando termino de decirle eso, me dice que me mandó más fotos por email. Una que le saqué el otro día a la mañana cuando cansada de buscar dónde miercoles se había metido lo encontré hablando secretitos con otro de los muchachos en el cuarto de las nenas...y él jugando con la compu barbie.
Y la otra sacada hace casi seis años, de mis gemelos entonces , jugando un verano en este mismo parque que hoy está tan helado.












13 enero, 2006

Claro que me acuerdo



En sus últimos años, mi bobe Rosi siempre me preguntaba si la recordaría. Pregunta de vieja, le decía yo y bromeaba que no, que al día siguiente de repartirnos su herencia, nos preguntaríamos, mirando alguna foto, quién era esa mujer.
Quise a mi bobe como sólo se ama a una abuela. Aún hoy puedo recordar su olor, la tibieza de su piel, su candor, sus erres rusas. Pasé días, tardes, veranos, vacaciones con ella. Era una de esas abuelas que pelan las uvas y quitan los carozos, que cocinan panqueques, que exprimen naranjas, que te esperan con la comida que te gusta, que te llevan hasta la plaza cinco cuadras con patines, que te compran la revista que te gusta, que te cuentan cuentos, que te enseñan a jugar a la canasta.
De todas las muertes familiares que he vivido, la de ella es la que aún más me pesa. A veces me descubro pensando que tengo que ir a visitarla, que mis hijos querrán conocerla. Y entonces le digo, porque sueño con ella varias veces a la semana que sí, que la recuerdo, que cómo podría olvidarla.

La de la foto en color soy yo, lista para ir al Bar Mitzvá de mi sobrino mayor. La de la foto en blanco y negro es mi bobe Rosi, por supuesto, saliendo de la sinagoga el día en que mis padres se casaron.
Cuando llegó el momento de pensar qué ponerme para la fiesta de mi sobrino, no lo dudé, bajé la caja donde mi abuela guardaba sus vestidos "antiguos", y busqué y me probé. Ahora que está de moda cierta onda retro, el que elegí parecía hecho para mí. Sólo le quité las mangas y lo achiqué. Incluso usé la carterita que lleva mi abuela en la foto. Lo primero que me dijo mi mamá, cuando le conté mi decisión, es que estaba loca. Lo entendí. Para ella era el vestido de su mamá, el que usó hacía 42 años, ¿cómo traspasar ese vestido de un recuerdo a uno nuevo?.
De todos modos mantuve mi palabra y la mantuve en secreto. Cuando mis hermanas y mis tías me vieron, el vestido les "sonaba". Luego no podían creer que me hubiera animado a usarlo, y que quedara tan bien, que pareciera tan moderno.
Yo bromeé con que mi abuela haría acto de presencia a través de su vestido. Que todos estuvieran alertas por si me cambiaba la voz y decía algo fuera de época.
De alguna manera, no puedo negarlo, siento que la llevé conmigo. A mi abuela.
Y cómo me hubiera gustado decirle: "mirá bobe, ¡me puse tu vestido"!.

12 enero, 2006

En esta foto, que Manuel hizo suya, enmarcó y trajo hasta suecia para compartirla con el resto de los hermanos, mamá tenía 13 años. (atrás dice: I´m 13 years old, escrita en cursiva impecablemente inglesa.)
Es la foto más hermosa que ví de ella. Todos pasamos parte del tiempo tratando de encontrar parecidos y diferencias -en mi caso obvias, soy igual a mi padre- de cada uno con ella, o mejor: entre abuela y nietos.
A los chicos les sorprende que ésta mujer no haya sabido lo qué es ser abuela. Lucía que es una de los nietos mayores, tiene una foto donde está en brazos de mi abuela, la mamá de mamá.
A los 13 se la veía saludable y con una actitud que sí puedo reconocer en varios de nosotros. Ese modo soberano de plantarnos en el mundo, esa dureza de sabernos solos desde muy chicos, cada uno a su propio cargo.
Era hermosa.

10 enero, 2006

¿qué es un recuerdo?


¿Qué es un recuerdo?.
¿Es algo que se tiene?.
¿Es algo que se olvida?
No lo sé. En estos días en que vuelvo a ser una nena entre sus hermanos, creo que un recuerdo es una ola: de golpe un pliegue del tiempo se va haciendo denso hasta que puedo percibir ´algo´ que viene hacia mí, inevitable. Estoy de pie delante de él, casi como esperando, alerta.
Cuando de golpe, se acelera ahí entonces el recuerdo es como un vértigo raro, sé que es inevitable y empiezo a sentirlo en el cuerpo. La boca del estómago parece estremecerse, tendería a cerrar los ojos para disfrutar ese segundito previo a un clase de revolcón espumoso del que no se nunca cómo voy a emerger.
- Má....má...maaaaaa!!!!!
- ah, qué?
- dice Pedro que este osito era tuyo. Me contó que cuando vos te dormías él iba y te lo sacaba y se dormía chupándole las orejas y cuando a la mañana vos lo agarrabas y estaba mojado con baba llorabas...¿es verdad?
-
- má, maaaaaaaaa!
- sí, es cierto. Pedro me decía que el osito se había hecho pis, pero yo se lo sacaba y y lo olía y le decía "tiene olor a tu baba!!".
- Puaj!, qué asco!
Recuerdo que era un juego de todos los días. Me hacía feliz recuperarlo, y creo también que parte del juego era saber que olería a pedro. Como ahora, 3o y tantos años después.
-

05 enero, 2006

Eramos pocos...

Hace unos días que estoy tratando de subir una foto, pero blogger me tira un error y no puedo hacer nada.
La foto en cuestión es de Violeta, el regalo que trajo Papá Noel para Sol y Abril. Es una cahorrita Shitzu minúscula, de cuarenta y cinco días y más o menos veinte centímetros de largo, llena de pelo.
La verdad es que a mi mal humor habitual para las fiestas se sumó el mal humor por la responsabilidad de otro bicho más en casa. La fauna hogareña no para de crecer, tenemos tres gatos, tortuga, peces tropicales, crías de peces tropicales y ahora encima venía Violeta, me pareció como demasiado (ES demasiado).
Tratamos de disuadirlas diciéndoles que Papá Noel no podía traer animales porque se abollaban en la bolsa de los juguetes, a lo que contestaron que Papá Noel podía TODO porque es mágico, sino ¿cómo hacía para repartir juguetes a todos los chicos del mundo a la misma hora?. Más que lógico.
Intentamos por el lado de tentarlas con juguetes, ejemplo Barbie veterinaria. No hubo caso, querían una cachorrita de verdad, no la que viene con la Barbie.
Así fue que puteando por lo bajo empecé a buscar a Violeta, puteando por lo bajo la encontré, puteando por lo bajo la pagué y puteando por lo bajo la fuí a buscar.
Como mi mal humor navideño es el peor de los que me agarra durante el resto del año, seguí puteando por lo bajo y por lo alto todo el veinticuatro hasta las doce, momento en el cual, también puteando, puse a la cachorra debajo del arbolito.
Cuando volvieron de ver los fuegos artificiales se quedaron clavadas en la puerta del comedor, mudas y con la boca abierta. Estaban tan emocionadas porque Papá Noel les había traído a su Violeta que no podían articular palabra, emitían gruñiditos de alegría y daban saltitos. Se dieron vuelta y les ví los ojitos llenos de lagrimitas de felicidad.
-Qué va a hacer! Un culo más para limpiar- pensé, mientras se me espiantaba un lagrimón y el espíritu navideño me rozaba de costadito.

02 enero, 2006

LECCIÓN DE VIDA

Me encanta cuando la vida les ofrece una verdadera lección a mis hijos. Yo no soy de las madres que dicen "te vas a caer", yo digo: "probá, y si te caés, es que todavía no estabas listo para eso". Yo no les prohíbo treparse a lo que fuera, pero no los ayudo. Considero que si no pueden hacerlo solos, entonces no pueden hacerlo. Por eso el 31 a la noche, cuando yo les dije que íbamos a mirar los fuegos artificiales de lejos, y ellos no me hicieron caso, y yo repetí y grité un poco (yo siempre grito) y ellos igual se acercaron, no sin antes hacerme un gesto desafiante, me pareció bastante justo que varios de los fuegos vinieran fallados (no eran nuestros, valga la aclaración) y que, en vez de enfilar hacia el cielo, se largaran a correr al ras del pasto, y en todas las direcciones. La estampida de mis hijos, y sus caritas de pánico, más el llanto del menor y su pedido de irnos, y el mayor agarrado a mis piernas, me dieron ganas de decirles: ¡jódanse! Pero como soy madre, los abracé, les dije "yo les dije", y nos fuimos silbando bajito.