26 diciembre, 2005

SOBREVIVIR A LAS FIESTAS

Pasa algo extraño con las fiestas. Pasa que la gente se muere, y de pronto te cambia el entorno, como si a nadie le importara con quién debías o querías festejar, y a qué tradiciones estabas acostumbrada.
Festejo Navidad desde hace sólo diez años, y todavía no me causa ninguna gracia. No estoy acostumbrada a la Navidad, no forma parte de mi herencia genética. Mi Navidad era estar en la cama mirando "Qué bello es vivir" o "Jesús de Nazareth", y molesta por tanto ruido que hasta los sordos escuchamos. La Navidad, según mis padres, era ese tiempo en que a ellos los molestaban por ser judíos y comerse niñitos católicos en su punto justo. Pero después me casé con el hijo de alguien que seguramente podría haber molestado a mis padres en Navidad, y caí al lado del pesebre sin necesidad de bautismo. Pero la gente se muere. Se murieron Oscar, y Estela (y todavía todos se siguen peleando por la herencia) y se murió la tía senil que sentaban enfrente mío y que me miraba toda la noche sin pestañear con esa mirada de los seniles, y se murió la tía alcohólica, de cirrosis, cuándo no, y se murió el papá, y los que todavía viven se pelearon entre ellos, y de pronto lo que yo conocía como Navidad pasó a ser un embrollo de desconocidos que ni siquiera quiero conocer, que se hacen regalos entre ellos, y comen lo que no cocinaron y cuentan chistes malos, y toman de más, y yo que quiero irme.
Se murieron mis bobes, y mi zeide Mauri, y mis hermanas se casaron y tuvieron hijos, y mi papá dejó de prender la radio cinco minutos antes del año nuevo, con lo que a mí me gustaba escuchar cómo iban pasando los segundos y esperar con ansiedad que te cambie el año y puedas emprender nuevos balances. Los demás no se murieron pero se fueron separando por los resentimientos y la vida y ahora uno no sabe hacia dónde encarar, y para lo único que sirve el año viejo, te das cuenta, es para comprender que vayas donde vayas, no era ese el lugar. Tal vez sufra de melancolía pero quiero volver a ese festejo en el que yo bailaba y cortábamos papelitos para tirar por el balcón, aunque entonces no tenía hijos. O necesito inventar otro festejo para crear en mis hijos recuerdos como los que yo tengo. Porque ahora... ¿qué es lo que van a recordar? Que en Navidad la casa de su abuela se llena de desconocidos a los que no les importamos ni nos importan, o que el Año Nuevo lo tenemos que compartir con amigos que no son nuestros amigos, y familia que no es nuestra familia, y el lugar es tan grande que apenas nos vemos, y los chicos felices porque están con sus primos, es verdad, pero no hay baile, no hay papelitos, no hay radio, y a las doce hay que buscarlos por todos los rincones y suplicarles que lo pasemos juntos, y todo esto, lo sé, es porque la gente se muere, y de prepo te encajan la responsabilidad de decidir tus fiestas, y uno no está preparado, no sabe cómo. Por eso las fiestas de hoy son tan extrañas. Porque vayas donde vayas, no era allá.


resacada


Escena de Navidad, en casa del Tigre.
(foto sacada por laurita)

Afuera están en el porche las dos abuelas de mis sobrinos. Mi cuñada está intentando explicarme en sueco, cual sería para ella el modo en que podríamos darle de comer al niñerío e irnos a dormir sin remordimientos.!!!

Yo estoy ahí, pueden verme tirada en la alfombra con cara de haber dormido menos que poco, y descifrando sus secretas intenciones: para que ella duerma alguien debería ocuparse de sus tres bellezas extremadamene pequeñas (Ian,1mes, Marc 11 meses y sue de casi tres años).
Sugiero que sea lucía, cuyas piernas se estiran cual chicle a mi lado y me pone cara de culo. Descartamos a Lu, por piedad. Quedan las dos abuelitas pero Anne tiene miedo de que no sepan qué hacer con los vástagos . Demás estará decir que los hombres duermen el sueño de los justos, luego de haber bebido -como nosotras- y haberse acostado hace un rato -como nosotras-. La opción remanente soy yo y me niego. Necesito dormir!!
Por el piso los juguetes de los chiquitos que fueron abiertos en nochebuena . Me parece que Sue desvistió a su muñeca demasiado pronto y no quiere que su madre se vaya a la cama. Laura dice mientras saca la foto que ella viene a dormir conmigo....
Sí, aunque no lo crean La tía Anne se va a ocupar de sus propios niños. Un triunfo de papá noel!!!

23 diciembre, 2005

Este mes, ¿¿ se debe tener fe en que el bebé de Belén se mece desde el éter...???

Ejem. ¿Es menester tener fe en Él? ¡Es menester querer gente, ser decente, entender mentes!

El que desee presentes que festeje!

(Hereje!!!!!mereces tener sed de heces, que se te peguen jejenes de frente, que te fermenten tres veces tres el té, que te rete el Che!

El Bebé Celeste)

A pesar de compartirles este intercambio epistolar entre el cielo y tierra, qué la pasen lindo, festejen lo que quieran y como quieran. A los chicos besos y bises!!!!

cariños daniela

13 diciembre, 2005

Cuando un ángel no supera al eva-test

No soy muy religiosa, lo mío más que por la fe pasa por el "por las dudas". O sea, "por las dudas" bauticé a mis hijas, no sea cosa que quedaran vagando toda la eternidad en el limbo (y ahora quieren derogar el decreto!), o que estuvieran a merced del mal o que les pasara algo terrible.
Por herencia materna me acerco a una iglesia cada vez que las papas queman y también "por las dudas" voy a misa en fechas importantes.
La cuestión es que el día de la virgen fui a misa con Sol, quien obviamente a los cinco minutos estaba más que embolada. Se movía, se sentaba, se paraba, se arrodillaba, cantaba la canción de Floricienta, seguida por las miradas réprobas de las ancianas militantes de la madre de dios.
Como mi niña está muy interesada por el tema de los bebes y los embarazos, traté de motivarla y aquietarla diciéndole que escuchara el cuentito que estaban contando, que trataba de cómo un ángel se le había aparecido a María para contarle que iba a tener a su hijito, el niño Jesús.
- Qué Má? se le apareció ahora?
-Ahora, ahora, no, hace mucho tiempo para esta época.
-Y Jesús nace cuando es navidad?
-Claro, la navidad es el cumple de Jesús.
-Y la virgen no se había dado cuenta que tenía la panza así de grande con un bebé adentro que tuvo que venir un ángel a decirle?

La agarré de la mano y nos fuimos para casa.



09 diciembre, 2005

LUCIA, Mi amor


Tengo algo que reparar: Lucía dice que nunca cuento nada de ella en el blog, y que a pesar de que ya es una mujer, exige que figure en este espacio algo de lo que vivimos cuando era chiquita. Éramos, sería más justo decir. Lucía nació cuando yo estaba por cumplir 16 años, fue un parto sencillo e indoloro, porque mi ignorancia era tal que no contaba con que doliera. Nació rapidito, dijeron “pujá mamita”, yo hice fuerza como si quisiera hacer caca y listo…. Era mínima, pelada, y con los ojos grandes muy abiertos. Muy abiertos y ella muy seria. Más que llanto hizo un ruidito y mis primeras palabras fueron “es mi Flipper, es linda, es mía”. Flipper era un simpático delfín televisivo de mi infancia (debe poder verse en el canal retro). Ser madre fue en un segundo sepultar mi condición de huérfana, Lucía a su modo me parió. Yo no tenía mucha idea de qué era exactamente ser madre, en el sentido de las responsabilidades. Puedo decir que de lo otro no le faltó nada. En pleno desenfreno de los años ´80 Lucía acompañó mis primeros años de primavera argentina y alfonsinista, sin juicios, sin reclamos ni reproches (todo eso vino después…no se crean). Dormía a upa mientras yo seguía de tugurio en tugurio a Sumo, conoció mil novios y ninguno del todo bien. Desayunaba pizza fría más de una vez, creía que las papas fritas tenían adentro puré chef, y que cualquier lugar es bueno para dormir cuando hay sueño. Y aprendió que entre nosotras sólo hablamos escocés. Hasta hoy. Lucía tenía terrores nocturnos. Se despertaba de noche llorando como loca y con el corazón saliéndose por la boca. Nos asustábamos mucho y yo creí prudente ilustrarla sobre la razón y la necesidad de esos miedos. Creo que no podía entenderme del todo, en aquel momento al menos, aceptaba mis argumentos pero no los entendía y tampoco estaba de acuerdo con ellos. Yo creía que era todo culpa mía. Y le dije que pensaba que ella en su interior y sin darse mucha cuenta estaba enojada conmigo: no por nada que yo hubiera hecho, sino porque a medida que crecía iba siendo poco a poco consciente de mis pequeñas mentiras, de mis metáforas amorosas pero falaces. Yo creía que esos miedos eran causados porque a medida que iba siendo más grande, era consciente por primera vez de lo tonto de mi afirmación cuando le decía –mientras me arreglaba para salir apenas se durmiera-, siempre estoy con vos, aunque no sea físicamente. Una de esas noches de llantos y pesadillas, mientras yo le pedía disculpas y etc….su respuesta fue clara, seca, cortante, en un tono que nunca le había oído: “no es verdad, má. Vos no estás siempre conmigo”. No hubo reproche. No hubo más llantos. Ahora sólo recuerdo en esa escena el ruido de mi crujir de dientes y el dolor compartido por la percepción amarga de los hechos en su desnudez. Siempre fue una pelotudez decirle eso, siempre, pero a veces me resultaba muy difícil sustraerme de su carita cuando ahí yo veía los signos de la devastación debida a la ausencia mutua. Después de esa noche, cambié la frase por otra: “siempre pienso en vos”: neutra, quirúrgica, imposible de comprobar empíricamente. En esa época siempre me sentía una traidora a su amor incondicional, tan traidora como cuando me decía “no te vayas de mi cama cuando yo me duerma” y yo le prometía lo que sabía no cumpliría. Lo hice. Lu, nunca me reprochó nada, a lo sumo se despertaba durante la noche sollozando mi nombre. Con el tiempo y sin dejar de asumir mi cuota parte de responsabilidad en sus terrores nocturnos, pude poner la cosa en perspectiva: estaban motivados, también, por su crecimiento, por la percepción cada día más aguda de la realidad en contraste con la percepción distorsionada de cuanto le rodea de la mente infantil. Mi niña no sólo empezaba a saber: empezaba a entender. Con ayudita de otros pude darme cuenta de qué era lo que nos pasaba. Yo también dejé atrás mi infancia de golpe fue un dolor tan agudo, extremo. De alguna manera sentí piedad por mi hija, la compasión, en su sentido etimológico, nos sumergió a las dos en las sombras necesarias de una existencia cambiante, cruel, abocada a la separación. Sólo la conciencia de un dolor que necesariamente llegará nos prepara para su epifanía.
Es que mundo que nos tocó la preparó perfectamente para la estupefacción física y psíquica, y le negaba las sombras, el vacío, el aburrimiento, la frustración, el daño. ¿Tenía que ser yo quien se lo enseñe? ¿Tenía que ser yo la que le mostrara el dolor que la mera existencia produce? Déjenme ser muy clara: lo prefiero.

06 diciembre, 2005

Tandil



1. Estamos unos días en el campo. Vinimos a arreglar algunas cuestiones previas al verano. Laura quiso venir conmigo entonces me pareció una buena idea invitar a alguna amiga con niña/o.

2. Vino mi mejor amiga con su hijo, Joaquín, íntimo amigo de Laura desde que ambos estaban en la panza.

3. Desde hace un tiempito a la niña le ha dado por usarme la ropa. Especialmente camisones porque "tienen olor a mamá".

4. Acá empieza la serie de fotos que saqué en la siesta de una tarde calurosa en el campo en tandil. Laura se cambia por décima vez. ¿qué verá a trasluz?

Finalmente se decide por volver a sus propios pantalones. Es mejor: Joaquín se asusta de las nenas en camisón.

Consiguió arrastrarlo hasta mi cuarto pero no les resulta fácil saber a qué jugar. El está cansado, aburrido de ella, no sabe cómo decirle que no lo entretiene, que tiene que hacer algo con la pelota y los pies y al mismo tiempo.

No, gordita, no. No hay ningún muchachito debajo de la cama. Es hora de que vayas sabiéndolo: si se van se van mucho, mucho, mucho más lejos.

El se durmió agotado de tanto que ella lo peleaba.

Entretanto Laura se cambio de nuevo y se peinó. Esperó a que Joaquin se despertara....

Está un poco desanimada. ¿es ésto tener de amigo un varón a ésta edad?

Y sí, Lau, ni chicha ni limonada. Dejaste la Barbie pero falta para jugar al doctor


Al día siguiente: Laura durmió conmigo, con mi camisón y apenas se despierta quiere ver si por una de esas casualidades "el" la está espiando debajo de la cama.

Qué lindos son los actos escolares

Qué lindo que son los actos escolares. Cuánta creatividad y trabajo de parte de los maestros. Se nota que los chicos lo están disfrutando. ¿Ya nos podemos ir? Si mi hijo ya actuó, ¿tengo que esperar hasta que actuén todos los demás niñitos, de primero a séptimo, porque ahora se usa que participe toda la escuela? Y si participa toda la escuela, es decir, si todos los chicos están detrás del escenario esperando su turno para salir, ¿para quién es el acto? Ah, claro, es para que los papás veamos qué bien trabajaron durante todo el año. Pero ellos nunca tuvieron teatro. Ah, claro, es para que la escuela les muestre a los papás qué buena escuela que es, cuánta producción, como trabajan los chicos. ¿Es cosa mía o los discursos de los directores parecen sacados de un libro de Bucay plagiado? Mucha new-age. Muchas palabras grandes, mucha libertad, y creación, y respeto por el niño, pero a la hora de actuar a cada uno le dijeron lo que tenía que hacer y decir, o sea que ahí tanta libertad no había. Esta bien, si dejamos que cada chico improvise la cosa no va a salir tan ordenadita y prolija y linda. ¡Qué moderna es esta escuela! Yo le dije a la directora que hacernos forrar las zapatillas era una exageración, y que no se iban a ver. Si al chico le ponemos un gorrito de duende, y como mucho un chaleco, ya te das cuenta de que es un duende. Pero ella quería el chaleco, el gorro, el short, y los zapatos forrados. Todo en dos colores y con muchos pomponcitos. Me tocó amarillo. A mí esas cosas me producen una crisis de rebeldía. Hice el chaleco, conseguí una malla de un color parecido (mostaza, bah), para hacer el gorro hice un triángulo grande y se lo até tipo bandana. Y no puedo explicar aquí como hice las zapatillas porque no sé, pero digamos que usé un pedazo de tela que sobraba y todo con un nudo. Eso sí, puse todos los pomponcitos que había que poner. Igual las zapatillas forradas no se veían desde las butacas. Yo tenía razón. Mi hijo estuvo divino, por supuesto, me encontró y me saludaba y se reía. A él no le tocó hablar. (¿Por qué no le tocó hablar?). El acto fue largo, y después de los dos minutos en que apareció mi hijo ya mucho no me interesaba. Por eso vi cuando esa maestra, desde detrás del cortinado, sacó un brazo largo y atrapó al vuelo a una nena que no tenía muchas ganas de irse del escenario. Si hubiera sido mi hijo yo creo que le sacaba el brazo, porque a él varias veces se le salió el codo de lugar. Pero no podemos dejar que un acto tan cuidado, con tanta creatividad, se arruine porque una nena no sabe cuándo terminó su turno de actuar. A esa nena seguro que le faltaron límites en la casa, porque en la escuela todo es como debe ser.
El acto del menor lo hicieron en un club, al aire libre. Había que llevarse una lona porque la consigna era sentarse en el pasto y pasarla de diez. Como si todos fuéramos hippies jóvenes y sin problemas de columna. Lástima que estaba fresquito. Y los diez minutos que lloviznó cómo se nota que todos se rompen el alma por esta escuela, porque nadie se movió de su lugar. Qué lindo que estuvo el acto. Yo no puedo estar sentada sin respaldo, así que me dolía un poco la espalda, y me paré. Después me cansé y me volví a sentar, porque el acto empezó 45 minutos tarde. Pero qué importa, si todo es una gran fiesta, y ya eran casi las 18,30 y los chicos estaban sin abrigo porque tenían que mostrar la remera del color que les tocó. A mí, celeste. Le puse una remera del hermano, celeste y azul con un gran dibujo, pero se la puse al revés. Qué viva que soy. Y le llevé una camperita celeste, que la tiene celeste de casualidad, no porque se la haya comprado para el acto. Ah, y me tocó hacer una bandera de Guinea. Por suerte la de Guinea es fácil: roja, amarilla y verde. Y la pegué toda. Quedó un poco pegajosa pero qué se iba a notar si el viento la hacía flamear fuerte. Otras mamás no tuvieron la misma suerte, les tocaron banderas con escudos raros y esas cosas. No sé cómo se la habrán arreglado. Cuando leí la notita, decía "una bandera de tela de Guinea", y yo pensé que guinea era un tipo de tela, como decir "encaje de Bruselas". Pensé que los chicos tenían que llevar un pedazo de tela blanca y que en el jardín la iban a pintar de alguna manera. Porque si no la creatividad, ¿dónde queda? Pero no, cuando otra mamá me preguntó qué país me había tocado, me avivé. Mi marido todavía se ríe por mi ignorancia "telística". Pero qué le voy a hacer, no es lo mío. Entonces lo llevé con la remera al revés, la bandera de Guinea, y él se paró en medio del campo y hizo flamear la bandera y caminó para acá y para allá. Claro que para que lo pudiera ver a él primero pasaron los nenitos de 1 año, y los de 2, y los de 3, y recién entonces los de 4, y todavía faltaban los de 5 y se hacía de noche. Qué lindo verlo a mi hijo feliz con su bandera. Lo demás admito que no lo miré demasiado. Miraba cuántas pelotudeces les hicieron hacer a los padres, para que los padres mismos vean qué buena que es esta escuela, con cuanta libertad y creatividad se trabaja.
Pero después me dio un poco de nostalgia, porque como el año que viene van a ir a una escuela pública ya no habrá actos con tanta producción. Ni en un gran teatro. Ni en una cancha de fútbol con los papás sentados en el césped y las embarazadas peléandose por las pocas sillas. Ni con zapatitos de duende. Ni con banderas de Guinea. Menos mal...