22 marzo, 2011

SOY MAMÁ, SIEMPRE MAMÁ

Inicié este blog, en el 2005, porque buscaba un espacio donde contar lo que me sucedía como mamá. Necesitaba compartir el amor infinito, absoluto hacia los hijos, pero también el deseo de dejar de verlos durante algunas horas, unos días, una semana. Lo hice, lo pasé bien, invité a otras mamás y a otros papás a sumarse. Se sumaron.

De a poco fui dejando de escribir. Mis hijos crecieron, los problemas también se agrandaron y ya no había "anécdotas graciosas" para compartir con los demás.

Quién iba a decir que iba a regresar a hablar de hijos... ¡profesionalmente! De los míos y de los de todos los demás. Y como a mí me gusta: con humor, desenfado, libertad.

Así que sí, sigo escribiendo sobre hijos, pero lo hago en la página web de los pañales Huggies, bajo el título SOY MAMÁ .
Pasen y lean.

15 marzo, 2011

Madre soltera

Antes de narrar el siguiente episodio, cabe señalar que mi madre es una persona muy conservadora, de esas que dicen que los tatuajes son para vagos y rateros, que los hombres deben traer corto el cabello, que los escotes son indecentes, etc.

Estaba Angy jugando con su muñeca, la arrullaba. A su abuela le dio curiosidad y se acercó a preguntar. Así se desarrolló la conversación.

Abuela: ¿A qué juegas?
Angy: A que era madre soltera
Abuela: ¡¿Porqué!?
Angy: Pues porque no tengo esposo, y mi primo Chava no quiere jugar a ser el papá.
Abuela: Puedes jugar a que se había ido a trabajar.
Angy: No, mejor madre soltera. ¿Para qué quiero un esposo que nunca está?

Entre juego y juego, algo de realidad se ha de asomar. La conversación que después mi madre tuvo conmigo fue larga y aburrida, pueden imaginarla.

07 marzo, 2011

Si yo digo que te duele es porque te duele.

En días pasados me encontraba lavando mi auto en la calle, cuando pasó una vecina con sus hijos, uno de ellos se había roto la clavícula en días anteriores. Saludé a mi vecina y enseguida me dirigí al niño lesionado:
- Diego ¿cómo sigues?
- Bien
- ¿Ya no te duele?
- No
Intervino inmediatamente la madre:
- Ah como no, ¡claro que le duele!
Diego ya solamente sonrió y me dirigió una mirada que yo me di a la tarea de traducir en: "está bien, si mi mamá dice que me duele entonces sí, me duele".

Jaja, lo que me asombró es que el niño ya ni siquiera se tomó la molestia de contradecir a su madre, a sus escazos 6 añitos aprendió a darle la razón para no discutir. Cosa que yo empecé a hacer a los 25.