20 octubre, 2005

Instrucción cívica


Que la vida está llena de contradicciones es una lección que mis hijos deben aprender tarde o temprano. Personalmente me hubiera gustado que fuese un poco más tarde, pero no quiero llevar mi deseo al punto de ahorrarles los estímulos necesarios para su crecimiento intelectual y personal. Debo alegrarme sin duda por el hecho que nuestras autoridades estén de acuerdo conmigo, y de que, al parecer, una parte importante de la población que las ha elegido también lo esté. Debo estarles agradecida, porque tan decisivamente colaboran en la formación cívica de mis hijos, aunque no deja de sorprenderme una actitud tan solícita para con nosotros, aparentemente tan alejada de la que tienen para con ellos mismos y sus propios retoños.
Yo los educo para la paz en un mundo violento. Les enseño que hay violencia legítima, y que ésta tiene sus límites en valores que pretendemos sean universales. La escuela los educa para la paz en un mundo idílico en que las miserias humanas se reducen a la guerra contra el tabaco, a la que seguramente dedicará más horas lectivas que para preparar la conmemoración de los 30 años del golpe militar, la guerra preventiva bushiana o la segunda guerra mundial. Como consecuencia, Laura -única hija en primaria-, sólo sufre la violencia en carne propia durante el recreo. Con horror comprobé que ya sabe que quien se autoproclama tu amigo es que desea algo de vos. Algunas de las nenas de su grado deciden unilateralmente a qué juegan. Si no está de acuerdo, simplemente no juega: desgracias de nacer un 19 de mayo y ser la menor. Así que opta por esclavizar, a su vez, a las amiguitas o primas menores . La televisión o bien la sumerge en la contemplación pasiva de la violencia o en la exaltación estúpida de los buenos sentimientos, léase la corrección política del canal de dibujos que la dejo ver: nickelodeon.
No puedo, entonces, sino agradecer a nuestro gobierno que contradiga con palabras y hechos una de las directivas fundamentales de la educación de nuestros escolares: la educación para la paz. Los obliga a comprender que la paz es una lucha y en absoluto un estado natural de la existencia humana. Los obliga a pelear por ella en la escuela, en la calle, en la sociedad. Aprendieron que nuestras ideas siempre se oponen a otras, y que, como dijo alguno, cualquier coincidencia de opinión entre vos y yo es sólo eso: pura coindidencia. El triunfo de nuestras ideas siempre será efímero, lo único permanente son nuestros adversarios.
En las instrucciones para Presidentes de mesa que la junta electoral central, órgano fundamental en nuestra institución democrática, mandó a los que estarán ahí todo el domingo me entero de algunos aportes fundamentales para mi reflexión. Se deja en manos de los presidentes de las mesas electorales decidir si "las referencias a la guerra y la paz" que estén colgadas en las aulas que funcionan como cuarto oscuro constituyen propaganda electoral, y los autoriza a retirar, por tanto, cualquier posible referencia. Si tenemos en cuenta que más de la mitad de las mesas están instaladas en colegios públicos que, en el ejercicio de su función de educar a sus alumnos para la paz, han llenado sus aulas con dibujos y leyendas alegóricas, obtenemos como resultado que los valores que supuestamente informan nuestra sociedad son suspendidos cautelarmente durante la supuesta fiesta de la democracia. El problema de la escuela no será en parte que a las maestras se les debe hacer difícil explicarles a sus alumnos (nuestros hijos) estas contradicciones?. El problema es que no les hablamos de política. Voy a empezar cuanto antes.

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