08 septiembre, 2011

Una Bolsa de Preguntas!!!!!!


En qué tengo qué hablar?
Por qué no me entiende?
Por qué gasto hectolitros de saliva hablando sobre los valores, sobre la confianza, sobre la posibilidad de contar conmigo, cuando algo en el cole no le salga bien y al final, no me cuenta?
Por qué no me escucha, cuando le digo qué si saca una mala nota, que me avise y vemos como se hace para levantarla?
Por qué me parece que hablo, le entra por un oído y le sale por el otro?
Jeremías no me cuenta nada del cole, salvo las travesuras, ergo me da pie en esa circunstancia de hablar con referencia a como comportarse institucionalmente, chequear si registra que lo cometido no está bien, etc., etc., etc.
Podría ser que este mal que viva pontificando sobre lo que está bien o está mal?
Y si no lo hago, de que estoy jugando?
Soy la madre. No soy una amiga. No soy una compañera.
Soy la persona que en esto que nos toca llevar adelante, este remedo de familia, hace de madre y padre!!!
Me fui el fin de semana de lo más tranquila a casa de mis padres y no me contó, más bien creo que me lo ocultó deliberadamente que el lunes tenia prueba de Lengua.
Obviamente que se sacó un insuficiente.
No solo que tengo que luchar denodadamente con el tremendo displacer y desencanto que me producen sus notas mediocres, también tengo que luchar con un montón de gente que me dice hasta el hartazgo “querés que solo tenga diez?”, “deja al chico en paz, con que apruebe la materia ya está”.
 Y sí, me encantaría que tenga todo diez, porque me ha de gustar la mediocridad?
Pero también aclaro que solo con un ocho, casi que estaría conforme,
Por que tiene que ser parte de la masa, si la masa sigue nivelando para abajo?
Esta mal buscar el nivel de excelencia?
En estos tiempos en que la gente busca sacar la mayor ventaja, planes, becas, subsidios, me pregunto, es un pecado que pretenda que Jeremías no le saque el cuerpo al esfuerzo, al sudor, que tenga ganas de ser bueno en lo que hace, porque eso es sano?

14 julio, 2011

Mc Donalds

Era muy joven cuando tuve a mi hija, tenía 19 años y mi esposo 23. No teníamos ni dónde caernos muertos. Angela fue testigo de todas las dificultades que debimos sobrellevar para tener la casa que ahora tenemos, fue testigo de nuestro andar de arrimados de casa en casa. Angela presenció que tanto su padre como yo, con mucho esfuerzo terminábamos cada uno la carrera, nos vio desvelarnos cada noche para entregar trabajos. Algunas veces me acompañó a clases, me vio presentar examenes y obtener buenas notas.

Pero la razón por la que Angela se siente orgullosa de mí, es que en mi época de estudiante soltera trabajé en McDonalds. Solamente fue un trabajo de dos meses, mi falta de empatía con ese payaso de pelo rojo no me permitió seguir. Pero cuando lo mencioné como un comentario sin importancia, mi niña demostraba llenarse de orgullo; les platicó a sus amigas y el dato corrió como reguero de pólvora en todo el grupo y ya nada fue igual, todos los niños me observaban con admiración, como si hubiera salvado al mundo.

Ahora sé que podría tener muchos logros más en mi vida, pero ninguno superará el haber preparado hamburguesas en el restaurante que hace sonrisas. Por supuesto me ha implorado que lo haga de nuevo, pero no deseo ir por la vida oliendo a pepinillos.

12 mayo, 2011

A volar

Recién casada salí por primera vez de la casa materna, lloré como magdalena aún sabiendo que ahí estaría todas las tardes para tomar el tradicional café con galletas después de la comida, ya me había salido por las malas a los 17 años, pero esa es otra historia, y esa vez me dolía dejar la casa donde crecí aunque pasaría ahí la noche una o dos veces por semana.

Al fin después de 3 años me fui a mi casa, MI casa, lejos, al extremo opuesto de donde vive mi madre, pero ¡oh sorpresa!, existe el teléfono. Ya pasaron 5 años y los últimos dos me he dedicado tiempo completo al hogar y he sido saca-apuros, chofer, nana y asistente de mi mamá y mi hermana, que vive en la casa materna con 38 años de edad y dos hijos. No lo digo en tono de queja, jamás me ha molestado ayudarlas y siempre que puedo lo hago, llevo encargos, cuido sobrinos, las llevo y las traigo, aunque ello implique atravezar la ciudad para hacerles el favor y atravezarla de vuelta para regresar a mi casa.

Hace poco empezamos mi esposo y yo con planes de abandonar la ciudad por diversas razones, ese plan ya es un hecho. Mi madre y hermana pegaron el grito en el cielo y comenzaron a encontrarle defectos a mi esposo y sacar de abajo de las piedras razones sin fundamento para no irme. Todo es una extraña muestra de afecto, lo sé, pero no puedo negar con algo de modestia que se les vendrá el mundo encima y quiero seguir ayudando, pero tengo mi propia familia y por cierto, una vida.

Lo cierto es que aunque las adoro, quiero extrañarlas, tenerlas presentes, durar horas con ellas al teléfono, quiero tener más cosas qué contarles. Quiero esperar con ansias las vacaciones para venir a Morelia, quiero estar lejos para estar cerca. Y quiero saber qué se siente ser la visita.

Por otro lado, esta ciudad está llena de familiares y amigos, aquí esta nuestra vida y ello nos da poco o nada de tiempo para convivir en familia sólo nosotros: mi esposo, mis hijos y yo. Hemos pasado por situaciones complicadas en las que vemos cerca el fin y no hemos tenido momentos para superarlo juntos, para salir adelante; simplemente dejamos pasar todo.

Quiero dedicarme completamente a mi familia, estar para ellos, atenderlos a ellos y nada más a ellos. Idear formas de convivir y pasar el tiempo juntos sin sentir que tenemos que visitar a alguien para que el fin de semana transcurra con rapidez. Me hace falta, nos hace falta, a todos.

Y por si fuera poco, me voy a la ciudad donde se realiza la Feria Internacional del Libro más importante del país, qué más quiero.

22 marzo, 2011

SOY MAMÁ, SIEMPRE MAMÁ

Inicié este blog, en el 2005, porque buscaba un espacio donde contar lo que me sucedía como mamá. Necesitaba compartir el amor infinito, absoluto hacia los hijos, pero también el deseo de dejar de verlos durante algunas horas, unos días, una semana. Lo hice, lo pasé bien, invité a otras mamás y a otros papás a sumarse. Se sumaron.

De a poco fui dejando de escribir. Mis hijos crecieron, los problemas también se agrandaron y ya no había "anécdotas graciosas" para compartir con los demás.

Quién iba a decir que iba a regresar a hablar de hijos... ¡profesionalmente! De los míos y de los de todos los demás. Y como a mí me gusta: con humor, desenfado, libertad.

Así que sí, sigo escribiendo sobre hijos, pero lo hago en la página web de los pañales Huggies, bajo el título SOY MAMÁ .
Pasen y lean.

15 marzo, 2011

Madre soltera

Antes de narrar el siguiente episodio, cabe señalar que mi madre es una persona muy conservadora, de esas que dicen que los tatuajes son para vagos y rateros, que los hombres deben traer corto el cabello, que los escotes son indecentes, etc.

Estaba Angy jugando con su muñeca, la arrullaba. A su abuela le dio curiosidad y se acercó a preguntar. Así se desarrolló la conversación.

Abuela: ¿A qué juegas?
Angy: A que era madre soltera
Abuela: ¡¿Porqué!?
Angy: Pues porque no tengo esposo, y mi primo Chava no quiere jugar a ser el papá.
Abuela: Puedes jugar a que se había ido a trabajar.
Angy: No, mejor madre soltera. ¿Para qué quiero un esposo que nunca está?

Entre juego y juego, algo de realidad se ha de asomar. La conversación que después mi madre tuvo conmigo fue larga y aburrida, pueden imaginarla.

07 marzo, 2011

Si yo digo que te duele es porque te duele.

En días pasados me encontraba lavando mi auto en la calle, cuando pasó una vecina con sus hijos, uno de ellos se había roto la clavícula en días anteriores. Saludé a mi vecina y enseguida me dirigí al niño lesionado:
- Diego ¿cómo sigues?
- Bien
- ¿Ya no te duele?
- No
Intervino inmediatamente la madre:
- Ah como no, ¡claro que le duele!
Diego ya solamente sonrió y me dirigió una mirada que yo me di a la tarea de traducir en: "está bien, si mi mamá dice que me duele entonces sí, me duele".

Jaja, lo que me asombró es que el niño ya ni siquiera se tomó la molestia de contradecir a su madre, a sus escazos 6 añitos aprendió a darle la razón para no discutir. Cosa que yo empecé a hacer a los 25.