Quién no haya tenido diálogos de este tipo, que tire la primera piedra...
“SEXA”
–Papá...
–¿Hummm?
–¿Cómo es el femenino de sexo?
–¿Qué?
–Que cómo es el femenino de sexo.
–No tiene.
–¿Sexo no tiene femenino?
–No.
–¿Sólo hay sexo masculino?
–Sí. Es decir: no. Existen dos sexos: masculino y femenino.
–¿Y cómo es el femenino de sexo?
–No tiene femenino. Sexo es siempre masculino.
–Pero vos mismo dijiste que hay sexo masculino y femenino.
–El sexo puede ser masculino o femenino. La palabra "sexo" es masculina. El "sexo masculino", el "sexo femenino".
–¿No debería ser "la sexa"?
–No.
–¿Por qué no?
–¡Porque no! Disculpá. Porque no. "Sexo" es siempre masculino.
–¿El sexo de la mujer es masculino?
–Sí... ¡No! El sexo de la mujer es femenino.
–Y ¿cómo es el femenino?
–Sexo también. Igual al del hombre.
–¿El sexo de la mujer es igual al del hombre?
–Sí. Es decir... Mirá: hay sexo masculino y sexo femenino ¿no es cierto?
–Sí.
–Son dos cosas diferentes.
–Entonces ¿cómo es el femenino de sexo?
–Es igual al masculino.
–Pero, ¿no son diferentes?
–No. O... ¡sí! Pero la palabra es la misma. Cambia el sexo, pero no cambia la palabra.
–Pero entonces no cambia el sexo. Es siempre masculino.
–La palabra es masculina.
–No. "La palabra" es femenino. Si fuese masculino sería "el pal..."
–¡Basta! Andá a jugar.
El muchacho sale y entra la madre. El padre comenta:
–Vamos a tener que vigilar a este pendejo...
–¿Por qué?
–Sólo piensa en gramática.
Luis Fernando Verissimo.
Escritor y periodista brasileño.
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