Cuando se acerca esta época del año, aparte de calor, a mi me agarra una "cosita".
Es que debo confesarlo, tengo una pequeñita fobia (diagnosticada por mi) que no me jode para nada, no me hace síntoma, hasta... que se perfilan en el horizonte las vacaciones.
Si, tengo miedo de hacer viajes largos en auto/micro. En realidad lo que tengo es miedo de estrolarme, morirme y dejar huérfanas a mis hijas, o peor aún, que se mueran ellas y me dejen huérfana a mi.
Como nada en este mundo es unívoco ni unicausal, contribuye a mi pequeñita fobia estacional una pequeña obsesión (también diagnosticada por mi) de Gustavo. Es que mi marido, cuando se trata de las nenas, se pone un poco extremista en cuanto a los cuidados (la verdad, es un hincha pelotas!!!).
En caso que yo pudiera superar el miedo a viajar (la farmacología ayuda) fantaseo la "escenita" de la playa (porque todos quieren ir a la playa) y me da un ataque de pánico.
La escenita en cuestión sería más o menos la siguiente:
Vamos a la playa cargados con sombrilla y carpita para proteger a las nenas del sol (cómo si fueran a quedarse quietitas ahí abajo!), bolsito con : gaseosas que nunca tomarán porque -Esa es fea quiero la del cocacolero!, sanguchitos que nunca comerán porque -Marce! cómo les vas a dar eeeeso!!!???, no ves que tienen un granito de arena, aparte fijate, se cortó la cadena de frío, deben estar llenos de escherichias coli, tiralos, haceme el favor; llevaríamos también varios pomos de protector (por las dudas) que nunca se pondrán porque -Mamá, esto es una porquería, se me queda la arena pegada!.
La cosa seguiría con el tema del agua
Nenas -Quiero ir, quiero ir.
Gustavo -No ahora no que hay mucho sol y la capa de ozono está re jodida.
Nenas- Quiero ir, quiero ir.
Gustavo- No que el agua debe estar fría, a ver si les agarra broncoespasmo
Nenas (revolcándose por la arena y llamando la atención con los gritos) -Quiero ir, quiero ir.
Gustavo (incómodo por la mirada de todo el mundo)- Tá bien, vamos.
Marcela-Eh! ya volvieron, tan rápido?
Gustavo -Es que el agua esa es una mugre. No se pueden meter ahí, a ver si se pescan algo.
Nenas (aullando) -Sos malo, malísimo, malísimooooooooooooooooooo.
Ya en el departamento la tragedia griega seguiría con el mismo tinte. -Che, Marce, herviste el agua? Viste que acá la cloaca desemboca cerca .
-Pero si compramos agua mineral.
-Ya sé, pero para lavar los platos te digo. Por qué dejaste la ventana abierta?
- Porque están haciendo 39ºC.
-Pero no tienen protección, mirá si se caen. Y si entra un murciélago rabioso y las muerde?
Llegado a este punto de mi fantasía (no exagero, se los aseguro) lo que me agarra es miedo de dejar a mis hijas sin padre, ya que caería por esa ventana abierta, y sin madre, porque me meterían en cana.
Y la verdad, que entre mi fobia y su obsesión, prefiero quedarme a sudar la gota gorda en Bs.As.
Pero, siempre en mi vida hay un pero, veo a las nenas que juegan a que van a la playa, que la bañadera es el mar y me da un no sé que difícil de explicar.
Por ahí este año me animo, me apropicuo una dosis quincenal de pastillitas "todomechupaunhue" y me largo a la aventura. Total, tengo todo un año en el trabajo para reponerme.
6 comentarios:
Marce: ¿nuestros maridos no serán la misma persona? Encima los dos nombres empiezan con G, como para mantener la inicial... porque, ¡ese es mi marido! Y yo soy la que dice: "no les va a pasar nada, no les va a pasar nada". El año pasado, con los chicos de 6 y 3 y medio, fuimos a la playa por primera vez. Y la verdad, el único que dio problemas fue mi esposo :-). Yo estaba con pánico de que la playa se convirtiera en un infierno, pero los chicos la disfrutaron muchísimo, hechos milanesa todo el día (rebozados con protector), el mar muy frío como siempre en la costa argentina, los mantenía a raya, y hasta se iban solos a jugar a los médanos y ¡no desaparecían! Eso sí, descansar, no descansé nada, pero aunque sea cambié el paisaje. ¡Hay que animarse! Este año espero repetir la aventura.
Todavía estoy con la duda, más por Gustavo que por otra cosa. Cualquier decisión que tome les aviso.
Las vacaciones temidas y deseadas.
El frenesí de hacer las valijas mientras todos se rascan el higo.
El frenesí de cargar el auto y que el baúl no alcance.
A los 15 minutos de emprender la travesía comienza el sonido monocorde que nos acompaña todo el tiempo de ruta: ¿Cuando llegamos?¿Ya llegamos?¿Falta mucho?
Infaltables: ¡Estoy aburrido! quiero pis, quiero caca, tengo sed, etc, etc,
Faltando 10 minutos fpara llegar: se durmieron.
Cuando llegamos: despertarlos un imposible. Descargar las valijas.
A la mediahora: todos se rajaron y te dejaron sola con el bolonki.
Y comienza la vacación.
Despues sigue todo el bla bla bla pra desandar todo esto cuando te vas: limpiar, hacer las valijas, comerte el garrón del cambio de quincena, estoy aburrido y la llegada a casa y nuevamente sola con todo el bolonki.
Sí, las vacaciones son inolvidables y adictivas.
Pepina, me acobardaste. Yo no siquiera había pensado en todo eso!!!!!!
Juap! Por eso amo la montaña :-)
Lo del marido miedoso es contagioso, no? Me acuerdo de que una de las cosas que Luis preguntó en un par de jardines que fuimos a visitar para ver adónde llevábamos a Bianca, fue: "¿Y si la muerden? ¿Cómo saben que ningún nene tiene SIDA?". Yo me quedé mirándolo, jamás se me había ocurrido... (Perdón, ahora estoy mezclando el comentario a este post con el de arriba).
El marido miedoso es la peor pesadilla, no hay forma de que entre en razón
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