11 agosto, 2007

Hablar, hablar...

Yo hablo mucho con mis hijos. Hablo de todo, de cualquier tema que les interese. Dicen los que dicen que entienden que hablar con ellos es necesario e importante. Pero el otro día mi hijo me dijo una frase que me ha dejado dubitativa durante días: Mamá, yo os creo, quiero decir que cuando oigo las cosas que dicen mis compañeros siempre pienso que son tonterías o cosas importantes según vosotros me lo habéis enseñado.

En un primer momento me sentí orgullosa de que mi hijo diera tanta credibilidad a sus padres. Un instante después, un sudor frío me recorrió toda la espalda. ¿Eso no será manipulación? ¿Y si me equivoco?

Hay algo que siempre me ha producido terror como madre, no quiero ser una de esas manipuladoras, castradoras de hijos que narra Woddy Allen. Quiero que piensen por ellos mismos, que se equivoquen y no tener que recriminarme el día de mañana: eso es por lo que yo le enseñé.

Después, hablando (al final siempre es lo mismo) llegué a la conclusión de que se refería a otra cosa. Aquello era una manera de decirme que se sentía orgulloso de mí, de su padre. Que me agradecía el hecho de que le prestase atención después de tanto tiempo (¡14 años!).

Él tiene su manera de pensar, me dijo, pero antes que en cualquier otro, confía en nuestro criterio.

Justo lo contrario que decía mi madre sobre mí...

La verdad es que en este "oficio de voluntariado" que es ser madre, nunca tienes nada seguro y siempre te ataca el mismo miedo. Sí, a eso, a hacerlo mal.

4 comentarios:

Alicia R. dijo...

Mi sensación es que las madres manipuladoras y/o casttradoras se creen excelentes madres que hacen todo por sus hijos. Creo que dudar y cuestionarse es un signo de salud mental. Un beso.

Veroka dijo...

Y equivocarse tambien...además de ser inevitable.
Salu2

Verte dijo...

O sea que el miedo nunca termina...ay Diosito cuanto me falta!

Veroka dijo...

Tal cual, el miedo nunca termina