22 agosto, 2007

Retomando a Vero en su post del 2 de julio

Me pareció interesante que llegara al blog (lo tenía olvidadito!!) un tema que nos toca a todas muy de cerca. En general más de lo que pensamos. Yo ya me he declarado públicamente incrédula: no recibí educación religiosa, no creo en dioses y tampoco soy afecta a la mayoría de las liturgias paganas. Educamos a nuestros hijos en esa certeza: ahora se trata de vivir. Y lo que no podemos eludir, no lo hacemos, es mostrar delante de ellos nuestras CONVICCIONES. Porque creemos que es necesario para una vida en un mundo con otros pensar y tomar posición. Mis hijos mayores -Lucía, 27 y Juan, 18- crecieron bien, y ahora casi todo depende de ellos mismos. Laura recién tiene 11, y en lo que hace a las convicciones...¡nos estamos conociendo! y a veces no me resulta tan sencillo. No transmitirle a nuestros hijos ni religión ni "valores" implicó y sigue siendo así, la decisión de trabajar mucho. No creemos en valores absolutos, dados de una vez y para siempre, inamovibles y rígidos. Tenemos, de nuevo, convicciones que muchas veces, escuchando y compartiendo y poniéndonos en lugar de otro hemos repensado e incluso modificado.
Vuelvo al tema específico del aborto. No me preocupa nada Gabriela Michetti, o en todo caso lo que sí me hace pensar es qué clase política nos representa. A veces esos furibundos discursos de la iglesia me suenan tan insoportables como la instalación de discursos redundantes sobre la libertad de las mujeres con su cuerpo.
La posibilidad, el derecho y la necesidad de comprometerse con las propias convicciones es la única alternativa al recitado de proclamas siempre ajenas. Ser el sujeto del propio predicado parece una obviedad y sin embargo no resulta ser algo fácil. No lo es para mí. El gesto soberano de decir “para mí….” “yo pienso que….” Es una manera de incluir lo individual en la trama de lo social, de incluirse. Quizá parezca un modo menor, pero en una de esas resulta en un modo inicial de reconstruir un vínculo social donde sea posible escucharnos y dialogar. Es que se volvió imprescindible ese compromiso personal para politizar nuevamente cuestiones que erróneamente se presentan como temas de conciencia. SON TEMAS DE TODOS, SON TEMAS COMUNES. Las políticas sanitarias, NO son asuntos de conciencias, de credos, de confesores, de militantes en temas de género. Son las cuestiones que hacen que formemos parte de una cultura, de una sociedad. Vivimos juntos y el cómo lo hagamos es crucial.
¿Qué clase de opción es estar a favor o en contra de algo como despenalizar el aborto?Me pregunto siempre ¿qué define exactamente estar contra el aborto?¿y a favor?. No me imagino, una propaganda que promueva abortar. Pero si es posible que exista -EXISTE- una gente agrupada en torno a la curiosa denominación de Pro-Vida, ¿sería entonces posible otra agrupación que se llame Pro-abortistas progresistas unidos?.
Hay que volver a la discusión sobre la moral,tenemos que ser capaces de dar una discusión de fondo. No sobre la cantidad de matafuegos, no. O¿ por qué Cromañon debiera inspeccionarse más o mejor que la cárcel de Mendoza?.
Es a ese tipo de cuestiones a las que me refiero cuando pienso en moral. No en los decires vacíos de moralistas, puritanos y progresistas de turno. Me refiero a todo ese republicanismo alegre que habla del valor de lazos sociales puros y del valor de la palabra pura, que se ruboriza cuando algún demente que ama la vida lanza palabras ingratas.
Amar la vida , qué bien que suena!!. Ahora recuerdo que una vez Massera dio una conferencia sobre el amor. Pero también recuerdo cuando Fernandez Meijide, decidida a ganar el voto progre dijo estar a favor de despenalizar el aborto….hasta que Ruckauf le ordenó poner violín en bolsa….
Me preocupa cuando Vida , cuando esa mayúscula la enlaza a otras como Estado o Iglesia. Me preocupa porque no queda sino una vereda de enfrente: la de la Muerte. Y esa no me gusta, sobre todo cuando me obligan a pararme allí.
La forma de construir al adversario no es ingenua. La mayúscula en ambas palabras le da al par un carácter de mutua exclusión. El contrario es siempre absoluto, como uno….Vida o Muerte.
Pero la única verdad es que tanto vida como muerte, en el mundo real, viene en par, no son esos absolutos que pretender hacernos creer inflandoles las letras iniciales. No se trataría entonces de construir un oponente en términos de convicciones político-sociales sino de un enemigo que conviene aniquilar.
Elijo para ejemplificar la absolutez, el enunciado que Pro-Vida me estaría poniendo en la boca: el que está en contra de la despenalización del aborto está a la vez –lo quiera o no- a favor de la muerte de las mujeres más pobres.
La vida ¿es un derecho o un deber? O es más bien un hecho? A partir del cuál hacemos lo que podemos. El estado lo que no puede no garantizar es el derecho a una vida digna. Ahí no hay excepción. La vida no es un deber. A lo largo de los días, hacemos lo que podemos con ella a cada instante, lo que mejor nos sale. Y la vida incluye también momentos en que se impone tomar decisiones. Y esa responsabilidad es indelegable.
Ahora voy a hablar mucho más de cerca, de mí.
  • En el país donde nací, el feto de hasta 14 semanas es un embrión y no un niño. Es entonces que la ley permite abortar en un hospital público en condiciones sanitarias adecuadas si ese es el deseo de la mujer y/o de la pareja. Estas leyes tienen bases científicas: un embrión no es un niño por nacer.
  • En ese contexto, cuando a los 15 años quedé embarazada: decidí seguir con el embarazo y tener a mi hija mayor. Fue una decisión muy difícil porque tenía que pensar en mí. Eso hice y hoy Lu tiene ya 27.
  • Viviendo en Argentina y ya adulta, supe que la penalización del aborto en solamente un privilegio de clase: muchas amigas han tenido que pagar bastante caro para garantizarse las condiciones sanitarias y no morir de alguna infección.
  • Yo misma pagué para abortar.
  • Cuando aborté tenía 40 años, tres hijos hermosos y uno muerto a los 9 años. Sé lo que es ser madre.
  • Decidí el aborto libremente, con la posibilidad de elegir que da el dinero y el respaldo del hombre que amo.
  • Si por un instante yo hubiese supuesto o creído que lo que estaba en mi panza era un niño y no un embrión, jamás lo hubiera hecho.
  • Lo hice sin culpa, sin remordimiento, con responsabilidad y serena. Aborté habiendo decidido interrumpir un proceso gestacional incipiente, no maté a nadie.
  • Y sin embargo, la situación de clandestinidad en que ese costoso evento fue practicado me asustó mucho, me denigró como persona y me humilló como mujer.
  • ¿Qué queda para quien no puede elegir?¿merece la muerte?

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Coincido con lo que pensás.

Yo también aborté, pero a diferencia tuya, me arrepiento cada día que me levanto.

Agrego una curiosidad, los defensores a ultranza del aborto, casualmente son los propulsores de la pena de muerte. Siguiendo la línea de pensamiento, me surge la pregunta: la pena de muerte no es matar a una persona ? o porque cometió delitos imperdonables merece la muerte ?????

Besos.

Vero.

Anónimo dijo...

Perdón, en el mensaje anterior, en lugar de decir, los defensores del aborto, debí escribir: los que condenan el aborto.

Espero que se entienda.

Verte dijo...

Daniela, pensé mucho en tu post. Lo había comentado pero como me fui de mambo lo terminé borrando.
Un beso

Alfonsina dijo...

Daniela, con respecto a tu post, lo unico que voy a decir es que estoy plenamente de acuerdo. Con respecto a lo que contas de tu vida privada, no puedo dejar de pensar en lo (por lo menos) traumatico que es el hecho de practicarse un aborto. Nadie llega a ese lugar con felicidad, aunque tengas al hombre que te ama, a la familia, el dinero. Vale la pena entonces que aparte de la angustia y la tristeza que esto provoca, encima tengamos que correr riesgo de vida? No deberiamos EXIGIR por parte del estado cuidados?

Reina dijo...

Verte, ahora me quedo con la intriga.
Chicas, no hay decisiones fáciles en la vida.Algunas son difíciles de tomar pero creo que la tradición judeo-cristiana ha impreso sobre el alma femenina una impronta muy pesada en relación a la maternidad. La decisión de no continuar un embarazo no es la de matar o permitir una vida, no. Creo que no sería tan traumático si pudieramos elegir SIN CULPA, ya que no hay en eso un pecado sino una decisión responsable.
Y sí, a veces decidir duele.
Quería decir que conté mi experiencia personal porque poder decirlo en voz alta es un modo de hacer "cosa pública".

Anónimo dijo...

Adhiero a lo que expresa tan bien Daniela, y ya que estamos, amparada por el anonimato cibernético, cuento mi experienica, a fin de enriquecer el relato. Cuando yo tenia 19 años quede embarazada sin querer, digamos que me falló el método. Ese embarazo fue interrumpido por una decisión muy firme mia, con la plata del hombre que biologicamente era "el causante" y se mantuvo en las sombras. Mis padres me llevaron a un sanatorio y lo practico una medica amiga de mi madre. No senti culpa, no me parecio que mataba a nadie. Ahora soy mama de un nene de 3 años y estoy embarazada, y soy la mujer mas feliz del mundo; creo que mi realidad de hoy no sería posible si no hubiese tomado esa decision.

Verónica Sukaczer dijo...

Por primera vez en este blog he elegido suprimir un comentario. Es mi derecho como administradora y creadora de este blog.
No ha sido por el contenido del mismo, una exagerada posición contra el aborto de alguien que se escudó en el anónimo y luego se animó apenas a dar un nombre, "Juan", sino por el grado de agresividad del comentario. Hay en el blog otros comentarios contrarios al aborto que no he tocado. No me importa qué diga cada uno, siempre y cuando se mantenga un nivel de civilización, madurez y respeto. Algo que muchos de los que dicen defender la vida de las células no tienen ni practican.