Anoche estuve mirando fotos y escaneando algunas. Cuando vi ésta recordé que cuando éramos chicos uno de mis juegos preferidos era hacerme la muerta.
-daniiii, no seas, levantate. No es gracioso.
No dejaba la muerte hasta darme cuenta que alguno se largaría a llorar, o temblaba de miedo real. Entoces ahí sí, cuando ya había probado la eficacia de mi misión, me levantaba feliz.
Ese era el momento en que tenía que correr veloz porque el grupo de deudos , lejos de alegrarse con el milagro de la resurrección, estaba dispuesto a correrme hasta alcanzarme y pegarme como escarmiento por morirme tan bien. Pegarme hasta que volviera a morir.
Era la mejor: no pestañaba ni un poquito. Los ojos bien abiertos pero inertes, mirando siempre el fondo del jardín. Soportaba pellizcos y gritos y aún que otro tirón de pelo con estoicismo. Pero es obvio que un cadáver -aun jugando- no da para demasiado maltrato.
Esta foto es en el fondo de mi casa. La muerta soy yo y mi vecinita me mira. Nuestras muñecas yacen a mi lado.
Esta foto la sacó mi papá, detrás dice "d. playing dead. 8 years old". Yo tenía 8 años y me gustaba que me ahorcaran hasta matarme. Me gustaba, también, que me ametrallaran. También me gustaba matar. Me gustaba pelearme, tener hijas e hijos, bañarlos, peinarlos, acostarlos, llevarlos de paseo, me gustaba ser mujer de un cowboy y rehén de un indio, estar en la guerra, vivir en una trinchera o en una choza helada con piso de tierra, quemar hormigas, cazar palomas, armar guerras de langostas para que se arrancaran la cabeza y –sí, también– me gustaba que me ataran a los árboles para hacerme prisionera y quemarme viva.
Era un monstruo.
Como todos los chicos de la casa, del barrio, de la ciudad y quizá del mundo. Porque mientras sea de jugando, dicen, podemos jugar a cualquier cosa. A la muerte, al dolor, a la pena, al nacimiento, al horror. El juego queda fuera del mundo y en ese lugar no hay riesgo, ni dolor, ni angustia. En la burbuja del juego podemos ser esquizoides buenos y malos, perversos y angelicales, egoístas y generosos, ser obsesos enfermizos o ensimismados autistas, matar a nuestros mejores amigos con regocijo, nadar donde no hay agua y ver un desierto donde no hay arena. En el juego estamos a salvo. Podemos ser locos peligrosos, superhéroes y asesinos con la misma sonrisa. Nadie nos arrastrará al hospicio más cercano.
Porque jugar es, de jugando, una cápsula de mórbido placer.
11 comentarios:
Wow! Qué buen post!!! Y qué infancia más divertida...
al fin te leí denuevo. es toda mi culpa.
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ahora que veo tus juegos, pienso en los míos.
el caso es que los roles me aburrían, por eso no jugaba mucho con otros, quería cosas nuevas. objetos imposibles, bellos, temibles, raros.
así era el almacén pero no en su mímica sino en reconstruir un almacén en miniatura. me entretenía más la escena de verosimilitud a escala liliputiense.
pasaba más tiempo proyectando, creando cosas, que jugando con ellas.
si me preguntás, no sé de dónde salió todo esto. qué curioso.
besos.
Fue una infancia breve pero increiblemente maravillosa (incluso sospecho que muchos recuerdos uno se los inventa...) Lo que es cierto es que a falta de mucho, lo que sobraba en la casa eran otros niños -muchos hermanos y otros- siempre jugábamos juegos de "rol". No podría escribir sobre eso todavía pero recuerdo de un modo muy muy extraño el clásico juego del doctor. Ji ji,
gracias,turca, aydesa...
beso
tremenda foto, ya quisiéramos otras tener recuerdos como esos del lado macabro de la niñez.
Link a un muy buen post.
yo era una excelente doctora... mi morbo pasaba por la curiosidad de saber qué habia abajo de las ropas. Claro que todo eso queda en la infancia y ya no ando pidiendo que se bajen los pantalones.
Excelente relato, y la foto paga.
Me cuesta comentar en ente tipo de post; con pretensiones literarias, bien escritos, este no tiene "pretensiones", es excelente, y solo comento para eso, para decirte que me encantó.
Sin querer sonar pretenciosa, es como dijo John Milton "La infancia muestra al hombre como la mañana al día"
Lo más intenso está ahí; no sé porque pero volvemos una y otra vez. Puro regocijo. Bueno post.
Qué bonito. Qué envidia de infancia, yo me la pasé leyendo (que tampoco está mal, pero no es lo mismo).
Me encanto el post. La foto esta buenisima.
Me pregunto que conexion habria en el placer ludico de jugar y la muerte...
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