28 marzo, 2006

Carta a la psicopedagoga.

Hola Seño Psicopedagoga, soy la mamá de Abril. Ya sé que tenemos una cita acordada para hablar sobre ella. Sé también de que se trata. ¿A que Abril no da ni cinco de pelota a lo que le dicen? No, en casa está todo igual que siempre, por ahora, mañana no sé. Porque Ud. vio, el presente es el presente y del mañana se supone, no se sabe, y eso es una de las cosas que trato de inculcarles a mis hijas. También trato de que sean personas independientes, autosuficientes y que encuentren placer en todo lo que emprendan. Y no hablo de éxito, hablo de placer y de responsabilidad por todo lo que se asuma, hablo de libertad Seño Psicopedagoga. Claro Seño, lo de Abril es producto de la educación y tengo muy claro cuán difícil puede llegar a ponerse en el libre ejercicio de su voluntad, pero si uno se toma el tiempo de explicarle cuáles son los beneficios y cuáles los obstáculos ante tal ejercicio, ella entiende, porque es obstinada pero no estúpida y sabe lo que es un límite. Si, ya sé, es una mini revolución de tres años, un menudo trastorno que alborota al resto, pero ¿qué quiere que le diga? Yo no estoy educando a un carnero para que siga a la manada, estoy educando a una persona, persona desde que nació, para que pueda desarrollar todas sus potencialidades y pueda ser feliz. No quiero hijas “adaptadas”, quiero hijas responsables que amen lo que sea que hagan. ¿Ud sabe cuánta gente adaptada totalmente trastornada hay? Quiero hijas libres que se hagan cargo de su deseo y que no carguen con el deseo de otros, porque eso es estar muerto en vida Seño. Si yo no se lo enseño ¿se lo van a enseñar Uds? Evidentemente, no. Uds portando el panfleto de la educación están generando masa y no personas, y eso, aparte de macabro es peligroso. Y entiendo que lo que pretendo para mis hijas ninguna institución lo va a brindar, por eso me ocupo yo. Lo único que quiero, Seño, es que en vez de coartar sepan encauzar, porque es más fácil domesticar la esencia de un chico que educarla. Y ya sé que los libros dicen tal o cuál cosa y que Ud Seño se peló el culo mínimo cinco años leyéndolos, pero yo parí dos hijas sin manual y le digo que las cosas son diferentes con la propia cría. Resumiendo Seño, un chico quilombero es un chico que se aburre, y un chico que se aburre necesita estímulo y no que lo castiguen. Si tienen una veta no la sepulten, sepan explotarla, les va a dar más satisfacciones que cualquier otra cosa que emprendan profesionalmente.
Sinceramente suya, la mamá de Abril.

5 comentarios:

marina k dijo...

me encantó. enserio. yo era y soy un torbellino. y encima está de moda eso de domesticar, lo peor, con fachada progre...
bien por esa carta, ojalá pueda decírselo a esa seño.

Amanda Granados dijo...

Trabajo en educacion porque quiero formar personas así de libres como esperas que sea abril, espero que puedas trasmitirle algo de tus ideas a la señora psicopedagoga. Supongo que si escogío esta profesión algo de buenva voluntad le queda.

Anónimo dijo...

me encanto. aguante la mama de abril y todas las otras mamas que lo entendemos asi.

Anónimo dijo...

no me alcanzará la vida para agradecerle a mi madre que haya tomado el camino largo... escucharme en vez de mandarme callar, explicarme en vez de darme una palmada, aguantarse los desastres de la adolescencia en vez de mandarme a mi cuarto a rumiarlos solita. sé que es mucho más difícil así, pero ánimo, al final los resultados lo valen.

Rain dijo...

Soy hijo de unos padres que optaron por aplicar esa carta ¿Resultado?

Mis hermanas (tengo dos) y yo somos tres topadoras que siempre luchan, piensan y progresan; aun cuando esto quiera decir que se va contra lo "normal"

Marce, excelente como siempre.