12 mayo, 2011

A volar

Recién casada salí por primera vez de la casa materna, lloré como magdalena aún sabiendo que ahí estaría todas las tardes para tomar el tradicional café con galletas después de la comida, ya me había salido por las malas a los 17 años, pero esa es otra historia, y esa vez me dolía dejar la casa donde crecí aunque pasaría ahí la noche una o dos veces por semana.

Al fin después de 3 años me fui a mi casa, MI casa, lejos, al extremo opuesto de donde vive mi madre, pero ¡oh sorpresa!, existe el teléfono. Ya pasaron 5 años y los últimos dos me he dedicado tiempo completo al hogar y he sido saca-apuros, chofer, nana y asistente de mi mamá y mi hermana, que vive en la casa materna con 38 años de edad y dos hijos. No lo digo en tono de queja, jamás me ha molestado ayudarlas y siempre que puedo lo hago, llevo encargos, cuido sobrinos, las llevo y las traigo, aunque ello implique atravezar la ciudad para hacerles el favor y atravezarla de vuelta para regresar a mi casa.

Hace poco empezamos mi esposo y yo con planes de abandonar la ciudad por diversas razones, ese plan ya es un hecho. Mi madre y hermana pegaron el grito en el cielo y comenzaron a encontrarle defectos a mi esposo y sacar de abajo de las piedras razones sin fundamento para no irme. Todo es una extraña muestra de afecto, lo sé, pero no puedo negar con algo de modestia que se les vendrá el mundo encima y quiero seguir ayudando, pero tengo mi propia familia y por cierto, una vida.

Lo cierto es que aunque las adoro, quiero extrañarlas, tenerlas presentes, durar horas con ellas al teléfono, quiero tener más cosas qué contarles. Quiero esperar con ansias las vacaciones para venir a Morelia, quiero estar lejos para estar cerca. Y quiero saber qué se siente ser la visita.

Por otro lado, esta ciudad está llena de familiares y amigos, aquí esta nuestra vida y ello nos da poco o nada de tiempo para convivir en familia sólo nosotros: mi esposo, mis hijos y yo. Hemos pasado por situaciones complicadas en las que vemos cerca el fin y no hemos tenido momentos para superarlo juntos, para salir adelante; simplemente dejamos pasar todo.

Quiero dedicarme completamente a mi familia, estar para ellos, atenderlos a ellos y nada más a ellos. Idear formas de convivir y pasar el tiempo juntos sin sentir que tenemos que visitar a alguien para que el fin de semana transcurra con rapidez. Me hace falta, nos hace falta, a todos.

Y por si fuera poco, me voy a la ciudad donde se realiza la Feria Internacional del Libro más importante del país, qué más quiero.

2 comentarios:

Lore b dijo...

entonces, andá....donde esté tú familia y tus hijos está tú casa...

Gabriela dijo...

Gracias Lore, me entusiasma mucho este cambio, para el que ya empezó la cuenta regresiva.