Desde que comprobé mi embarazo con una prueba de laboratorio, me dediqué a leer todo lo relacionado con la maternidad. Cada libro, enciclopedia, revista que pasó por mis manos fue leído cuidadosamente. Sé con seguridad que no soy la única en tratar de realizar una licenciatura autodidacta en Maternidad.
Ya que me encontré con Angela enfrente haciendo gala de sus pulmones con tremendo llanto, todo el material leído, consultado y clasificado no era más que papel con tinta, basura, espacio desperdiciado. Con decir que en sus primeras 48 horas de vida, mi niña solamente tomó tres alimentos (y eso porque una enfermera me hizo favor de llevarle leche de fórmula); todo porque yo no sabía que no me estaba saliendo leche, sólo Angela se había dado cuenta pero no tenía forma de hacérmelo saber más que llorando, lo cual es como hablarle a la pared tratándose de una madre primeriza de 19 años. ¿Y todo lo que leí sobre lactancia? Apilado a un lado de mi escritorio.
El pediatra de mi hija me dio un consejo que nadie más me habría dado, no lo hubiera esperado ni siquiera de él, una persona cuyo instrumento de trabajo es la ciencia. "Tu instinto maternal te dirá qué hacer, confía en él. Ese instinto jamás te dejaría hacerle daño a tu bebé".
Nada más cierto. En un momento de llanto inexplicable lo último que viene a la mente son las revistas, y por si fuera poco nos volvemos sordas a los útiles consejos de las abuelas. Mientras el bebé llora sólo podemos abrazarlo, pasearlo, revisarle el pañal, revisarle la ropa, tal vez llorar con él o tratar de amamantarlo... hasta dar con la solución.
Esa es la forma como yo aprendí a ser madre de un bebé. Ahora soy madre de una niña y después seré madre de una adolescente, un adulto; no sé si el proceso de aprendizaje será igual pero por si las dudas además de confiar en mi instinto continúo leyendo libros, enciclopedias y revistas.
Ya que me encontré con Angela enfrente haciendo gala de sus pulmones con tremendo llanto, todo el material leído, consultado y clasificado no era más que papel con tinta, basura, espacio desperdiciado. Con decir que en sus primeras 48 horas de vida, mi niña solamente tomó tres alimentos (y eso porque una enfermera me hizo favor de llevarle leche de fórmula); todo porque yo no sabía que no me estaba saliendo leche, sólo Angela se había dado cuenta pero no tenía forma de hacérmelo saber más que llorando, lo cual es como hablarle a la pared tratándose de una madre primeriza de 19 años. ¿Y todo lo que leí sobre lactancia? Apilado a un lado de mi escritorio.
El pediatra de mi hija me dio un consejo que nadie más me habría dado, no lo hubiera esperado ni siquiera de él, una persona cuyo instrumento de trabajo es la ciencia. "Tu instinto maternal te dirá qué hacer, confía en él. Ese instinto jamás te dejaría hacerle daño a tu bebé".
Nada más cierto. En un momento de llanto inexplicable lo último que viene a la mente son las revistas, y por si fuera poco nos volvemos sordas a los útiles consejos de las abuelas. Mientras el bebé llora sólo podemos abrazarlo, pasearlo, revisarle el pañal, revisarle la ropa, tal vez llorar con él o tratar de amamantarlo... hasta dar con la solución.
Esa es la forma como yo aprendí a ser madre de un bebé. Ahora soy madre de una niña y después seré madre de una adolescente, un adulto; no sé si el proceso de aprendizaje será igual pero por si las dudas además de confiar en mi instinto continúo leyendo libros, enciclopedias y revistas.
2 comentarios:
¡Hola Gabriela! Para mi siempre es un placer leerte, por la dulzura, por la tranquilidad que transmiten tus post, porque me gustan... pero esta vez, tengo que decirlo... si hay algo en lo que no creo es en el instinto maternal.
Coincido en que veces la información -por exceso, por moda- nos hace perder el sentido común, pero definitivamente es algo diferente al instinto.
La verdad es que me parece preocupante que el primer comentario haya venido de un pediatra. Sinceramente pensé que el tema estaba un poco más cuestionado en el mundo médico donde permanentemente están expuestos a mujeres que no evidencian sentir ningún tipo de afecto hacia las criaturas que parieron e incluso, muchas veces los dañan físicamente. Hay muchas mujeres que no quieren a sus hijos. Muchas, muchas. En toda la historia de la humanidad las hubo, culturas, clases sociales. ¿Son monstruos? ¿No son humanas? ¿son alguna clase de aberración de la naturaleza a las que por alguna clase de mutación genética se les anuló el instinto? ¿No es más fructífero pensar que si bien la reproducción es un hecho biológico a la maternidad la inventamos nosotros, los humanos? Que no hay instinto que haga madres sino historias de vida, aprendizajes transmitidos intergeneracionalmente, contextos sociales e históricos, salud mental, y otros tantísimos factores que permiten que una mujer se transforme en madre. Me parece peligroso apelar al instinto para explicar el amor de una mujer humana a su cachorro. Esa conexión visceral, tan profunda que nos une a ellos (y que muchísimas veces no se da) me parece que a veces confunde. Me gusta más creer que el famoso "apego" es una capacidad humana que nos distingue inconmensurablemente del mundo animal. Es una maravillosa capacidad exclusiva de los humanos de generar vínculos amorosos que poco tiene que ver con el instinto de reproducción de la especie. Es una habilidad que como todas las habilidades se aprende, se transmite, se construye y se refuerza día a día. Desde el corazón me nace decirte que no atribuyas tu capacidad de ser buena madre a la naturaleza o a tu condición de mujer. Hacete cargo. Te está saliendo porque algo estás haciendo para que te salga. Porque algo salió bien en tu historia personal (también porque habrás aprendido de lo que no salió tan bien) que te permite tener esa conexión con tu hija. No dejes de hacerlo nunca. No te entregues a la pasividad del instinto. Seguí desarrollando esa habilidad maravillosa de ser mamá que dejas en evidencia permanentemente en tus post. Sin lugar a dudas es lo mejor que puede pasarle a Angela y vos. No ser animales y quererse tanto.
besos grandes,
María, como siempre, agradezco tus comentarios y tu tiempo. Creo que tienes razón, el instinto no es algo que nos haga ser buenas madres, sin embargo creo que de alguna manera está presente.
Creo que cometí un error al sacar de contexto el comentario del pediatra, acabo de discutir acaloradamente con un reportero por algo similar y he cometido la misma falta que acusé. Mi problema era que un grupo de mujeres de mi familia me llenaba de consejos,a veces contradictorios entre sí, lo que hice fue comentarle eso al doctor y en respuesta me habló del instinto y de que yo tengo la última palabra.
Si bien hay algo que nos separa del reino animal, también hay algo que nos une a él. La razón nos hace actuar de acuerdo a nuestra condición humana pero a veces no podemos evitar ciertos impulsos tan humanos como primitivos. Tales impulsos, generalmente de protección, rara vez sobrepasan el plano del pensamiento; en el camino la razón y el aprendizaje los convierten en un diálogo, una caricia. Si no fuera así algunas de nosotras ya habríamos apretado algunos cuellos.
NO pierdo de vista que la maternidad es una tarea compleja que de ninguna manera se podría abarcar en libros, enciclopedias y revistas. Simplemente tomo lo que pienso podría ayudarme.
La visión que tienes de mí como madre hasta ahora ha sido resultado de muchos errores, no siempre fui como ahora. Todo se lo debo a mi hija con quien he tenido mucha suerte ya que es una personita muy madura. La tranquilidad que transmito en realidad viene de ella, que bien ha sabido ponerme en mi lugar a su manera. Y claro, no podriamos quitarle el crédito a su padre, él ha sabido estar presente para bien en todo momento a pesar de vivir a 300 km de nosotras y puedo decir que también me ha puesto en mi lugar.
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