14 mayo, 2008

Dos hijos más

No, no tuve gemelos. Por necesidades prácticas de mi hermana mis pequeños sobrinos viven conmigo, Salvador de 4 años y Anabel de 3. En lo que mi hermana se establece en un nuevo lugar donde consiguió trabajo, a dos horas de aquí, yo soy la madre de esos niños de 7 de la mañana a 5 de la tarde.

Admiro mucho a aquellas mujeres que tienen más de un hijo. Se requiere una eficiente coordinación de funciones y espacios. Creo que para mí es complicado porque he estado 5 años sólo con una hija, y porque un hijo se adapta a la rutina familiar. Pero los sobrinos tienen una programación distinta y es ahí donde empieza mi locura.

Se levantan innecesariamente una hora más temprano que mi hija, cuando termino de arreglarlos debo empezar con ella. Los dejo para hacer el desayuno pero no falta alguna pelea, golpe, grito. Los siento a la mesa y mientras desayunan yo preparo los 3 lunch y amenazo a mis sobrinos con ponerles chile en la boca si vuelven a decir groserías (sé que esto último está mal pero ¿hay una mejor forma?). Al fin salimos y cruzar la calle es toda una travesía porque uno se adelanta demasiado, el otro se queda atrás, a otro se le cae la mochila y nos regresamos los 4 por ella. Sorteada esa dificultad dejo primero a Angela y caminamos otro tanto para dejar al resto de mi rebaño.

En cuanto regreso a la casa me acuesto un momento mientras bebo un delicioso jugo de naranja. Este pedazo de paraíso no dura mucho porque debo hacer pendientes dentro y fuera de la casa. A las 12 sale Angela, juntas tenemos dos horas de paz; a las 2 salen mis sobrinos. Angela come a las 2 y a mis sobrinos les da hambre a las 3 de la tarde, por más que he intentado coordinar los tiempos de los niños no puedo, que por ejemplo comieran todos a las 2:30 pero es imposible.

No sé si así sería la vida con tres hijos, lo cierto es que trato de disfrutarlo, de verlo como un juego de relevos, me gusta imaginar que estoy en una competencia de amas de casa donde el premio es el jugo de naranja más delicioso del mundo.
A las tres de la tarde llega la verdadera madre, el cansancio la deja inconciente dos horas, despierta y tiene hijos nuevamente. Esto durará aproximadamente dos meses de los que ya llevo tres semanas y sigo viva y entera aunque por ratos sienta que la paciencia se esconde de mí.

Cabe señalar que es indescriptible mi reacción cuando Angela me pide permiso para invitar una amiguita a comer, aceptar sería como buscarle el mejor escondite a mi paciencia.

3 comentarios:

Maria Lopez dijo...

¡Agotador! Te mando mi más sincera admiración por la paciencia y por el espíritu apacible que reflejas una y otra vez en tus post. ¡Que la vida te conserve esa maravillosa personalidad!
besos grandes...

Gabriela dijo...

Hola María, gracias por tu comment. No eres la primera en decir que soy apacible, pero eres de las escazas personas (2) que lo dice como una virtud; y lo es, generalmente lo es.
Hay ocasiones en que me gustaría ser un poco explosiva, pero ni ensayarlo frente al espejo me sale.

Jesi dijo...

Gabriela, realmente lo que estás haciendo por tu hermana es increíble... te felicito...