22 abril, 2008

Cúlpome

Un café, una cerveza, una malteada; en una cafetería, en algún bar, en una fuente de sodas. No importa qué, donde ni con quién, lo necesitamos.

Sí, nos encanta ser madres a pesar de los desvelos, aunque la digestión nos cambie por no poder ir al baño cuando el cuerpo lo pide, aunque nos volvamos zurdas por cuestiones prácticas, aunque nuestra ropa no dure ni una mañana limpia. Pero a veces necesitamos hacer uso de nuestra individualidad, aunque eso y un viaje al espacio sea igual de cercano.

Cuando por fin logramos integrarnos un momento al mundo exterior viene la culpa. ¿De dónde? No sé, pero viene. Cuando salimos solas no podemos hacerlo con tranquilidad, siempre estamos pensando si el bebé estará bien. Aparece el sentimiento de abandono. ¿A quién abandonamos? Al bebé, que duerme plácidamente… ¿y si nos necesita?

También puede que la sensación de abandono sea hacia el marido, cuando es éste el que se queda en casa. Sentimos como si lo hubiéramos dejado en el foso de los leones, indefenso. Pero no, solamente se quedó con su hijo.

¿Por qué nunca falta alguien que nos haga sentir remordimiento? Lo más injusto es que a veces somos nosotras mismas las que nos flagelamos pensando que el hecho de querer separarnos un poco de nuestro retoño implica falta de cariño.

Aún con sus inconvenientes, esos pequeños destellos de libertad en mi caso y en muchos otros son necesarios. La Gaby esposa, la Gaby madre, la Gaby cocinera, la Gaby lavandera; todas ellas se alimentan de la Simplemente Gaby porque ésta fue primero, así que nutriéndola a ella todas las demás son felices por añadidura. Al volver a casa llueve paciencia a cántaros y a veces, sólo a veces, la culpa se va.

4 comentarios:

Maria Lopez dijo...

¡Hola! Me encantó tu estilo para escribir...y si... la culpa parece ser un agregado insoslayable de la maternidad. Estoy convencida que nada tiene que ver con las hormonas. Buscaria las raices en disciplinamientos históricos, en roles estancos, en espacios vedados, y en contraposición en mamás que no se dejan avasallar por sentimientos absurdos y proponen pensar a los espacios individuales como instancias imprescindibles que potencian (como decis) la felicidad de todas las demás que somos. Hermoso leerte.

Veroka dijo...

Los malditos mandatos que estan grabados a fuego son los que nos culpabilizan. Y bien que luchemos contra ellos.

Gabriela dijo...

María: gracias por tu comentario.
Me alienta mucho saber que te haya agradado leerme. Creo que no me lo decian desde el ultimo trabajo que entregué en la licenciatura.
Veroka: ... aunque eso implique una que otra discución con nuestra madre.

Gabriela dijo...

María: gracias por tu comentario.
Me alienta mucho saber que te haya agradado leerme. Creo que no me lo decian desde el ultimo trabajo que entregué en la licenciatura.
Veroka: ... aunque eso implique una que otra discución con nuestra madre.