02 marzo, 2006

Lo que hice en las vacaciones

Anticipándome al inicio de clases, va aquí mi composición tema "Lo que hice en las vacaciones", que por única vez permito copiar y modificar para que sirva a todos los estudiantes el próximo 6 de marzo.

"En las vacaciones me la pasé pensando que se iban a terminar pronto e iban a comenzar las clases. No sólo lo pensé, también lo soñé varias veces. Pero no era ninguno de mis hijos el que empezaba las clases en mis sueños, sino que era yo. Se lo hubiera contado al analista si tuviera analista, pero en este momento no me quedan sesiones provistas por la prepaga, así que ando sin análisis y sin responsabilidad por el mundo. No pude dejar de pensar en el comienzo de clases, lo explico, justamente por el cambio al que he sometido a mis hijos. De escuela privada a pública. De jornada con tres tardes obligatorias a simple. De nivel medio-medio-alto a nivel no sabe no contesta. De inglés a no inglés. De rugby a fútbol. De amiguitos de toda la vida a nenes que no conocemos. Uno lo lee así y suena medio repugnante (¿se puede escribir repugnante en una composición escolar?). Sobre todo lo del rugby y la clase media, porque parece medio elitista o elitista del todo. Pero lo pongo porque era lo único que mis chicos y yo conocíamos, teniendo en cuenta que el mayor había empezado sala de 1 en esta escuela, y el menor de 2. No es que no haya querido enviar al menor también a sala de 1, pero no me caminaba el chico. No me caminaba y no me hablaba, y así no me lo aceptaron, como que algo tenía fallado. Entonces como somos todos analizados y modernos, lo mandamos a estimulación temprana y a los 2 empezó el jardín. Me fui por las ramas, lo sé. Lo imagino a mi hijo mayor entrando el primer día de clases a su escuela nueva, sin conocer a nadie. Tal vez no encuentre con quien sentarse. Tal vez le de un ataque de timidez y se ponga colorado, y eso me parte el alma y me produce una angustia infinita, y todo lo que quiero es acompañarlo, darle la mano fuerte y sacarle la lengua a todos los compañeritos. Después me siento con él y me convierto en su amiguita de segundo grado, y todos terminamos en un psiquiátrico. Él lo tiene re-asumido. Que va a ir a una escuela nueva. Yo no. Él dice que tiene un poco de miedo y que preferiría ser el único de la clase (no el único nuevo, no el único varón, el único-único, que fuera una clase de uno), y yo le digo con mi mayor falsedad que va a tener un montón de amigos y así más fuerte podrá cantar... pero no me lo creo. Y dicen que si yo no me lo creo, él tampoco se lo va a creer. Y ojo, porque yo sé que va a tener un montón de amigos, porque los pibes son moldeables a las circunstancias, y esto le va a hacer super bien, porque la verdad es que ya no nos estaba gustando la escuela con rubgy, con todas esas 4x4, que no eran cuentas de matemática, justamente. Y yo soñé toda la vida con regresar y reinvindicar la escuela pública. ¿Pero por qué meterlo a mi hijo en mi cruzada político-social, digo yo? Y el menor... ay, si ustedes lo vieran, con esa pinta de pigmeo rubio y cachetudo, para comérselo... Un día me dijo que "no quería más a sus amigos viejos", pero que "Facundo -que es un amigo viejo- iba a ser siempre pero siempre su mejor y más amigo", y a mí se me partió el alma otra vez y en varias porciones desiguales, qué quieren que les diga. Por suerte su maestra nueva es divina, dulce, joven, simpática, y su aula es infinita y repleta de juguetes. En suite. Con computadoras. Porque viste que en una escuela pública te puede tocar la maestra de 65 que todavía no logró jubilarse y ya no puede sentarse en el suelo por la artritis. Mi mamá se jubiló a los 60, de la escuela pública, y yo creo que hasta el último día fue una maestra grandiosa, pero porque es mi mamá, ¿no? En cambio a la maestra del mayor no la conozco. Y por eso sigo soñando. Que tengo puesto el guardapolvo blanco que compré en "Quintás, donde un peso vale más", con broches y proceso antimanchas que calculo durará lo mismo que dure el lápiz negro (medio día), y entro sola, y no conozco a nadie, y todos me miran porque soy la nueva, y yo los miro y creo que son todos tarados y feos y miserables. Hasta que alguien se me acerca un poco o yo me acerco y me presento, y entonces me pregunto si no será mejor enviar a mi hijo el primer día con algún juguete lindo, ponele un Max Steel, para que sirva como anzuelo, así los otros nenes se le acercan, y yo no tengo juguetes nuevos en el sueño porque soy más grande. Tengo 11 años. Porque claro, a los 11 años yo cambié de escuela de verdad, y no conocía a nadie (ayudaba que mi vieja era maestra en la misma escuela), pero fue uno de los cambios más positivos de mi vida. Y eso deseo para mi hijo. Pero estoy muerta de miedo. Me parece que voy a llevar yo algún juguete nuevo el primer día para que las otras mamás se me acerquen. El chiquito ni se va a dar demasiada cuenta del cambio. Pero el mayor... Ay... encima la escuela nueva está a 1 cuadra del jardín viejo, y en algún momento se van a cruzar... Y la que sueña soy yo. Eso me pasó durante las vacaciones: me las pasé soñando que empezaba la escuela y que no había estudiado para inglés (siempre es inglés o matemática, esos monstruos)".

4 comentarios:

ntx dijo...

Vero,
el año pasado Felix dejó a sus compas de 4x4 y madres con nenes de oro colgando del cuello por la tan temida y anhelada escuela pública.

Sí, no tiene inglés
sí, no hay computación hasta 4º grado
sí, hay maestras de todas las calañas.

no fue cosa de un día adaptarse. Y más de una vez me pregunté si no tendría que haber intentado una jornada laboral de 27 horas diarias para seguir pagándolo (y tenía media beca!)

Pero la semana que viene empiezan las clases y él está FELIZ, como no lo había visto antes hasta ahora, de volver a su escuela.

Un caso no es estadística y para los miedos y los sueños las estadísticas son inútiles, pero espero una buena experiencia sirva para dar ánimo.

besos

Unknown dijo...

después de todo creo que es bueno que los chicos pasen por eso ahora... así quizá cuando estén en tu posición no les resultará tan angustiante la perspectiva.

pd. encantador el asunto del psiconanálisis.

m a dijo...

Vero, muchas veces son nuestros miedos y no los de ellos. Los chicos tienen una capacidad de adaptación increíble.

Vivi Briongos dijo...

Otra vez: Cómo te eniendoooooooo!!!

La nuestra no iba a jardín privado, pero parecía. Es que no estamos acostumbrados a que en el estado se contenga, se enseñe en forma personalizada, los maestros sean taaan abiertos como jóvenes y en el I.V.A., sí.
Claro, es un mundo aparte, pero cómo conseguir una escuela del estilo si el Instituto Vocacional de Arte sólo tiene jardín? Para mí era la muerte. Pero parece que lo logramos, la escuela pinta bien, mi hija está re contenta y yo, ni te imaginás. Me saqué una carga de encima enooooooorme.

Beso.