11 octubre, 2005

lecciones de economía para las niñas

Creo que llegó la hora. A pesar de su corta edad, voy a iniciar la instrucción de Laura en los aspectos básicos de la economía. Hubieron dos hechos ésta semana que me dieron la pista de que no puedo demorarme más.
1. Laura acaba de perder un diente e insiste en que a pesar de que no creamos en el hada de los dientes –ni en ningún ratón perez-, DEBO darle el dinero.
2. En un dibujito animado descubrió que en otras latitudes los niños reciben su “mesada”. Le señalé el mobiliario de la cocina argumentando que probablemente en todas las casas de la argentina actual, se conoce por mesada sólo ESO que mi dedo le señalaba.
Pero además, el domingo me sorprendí al comprobar su incapacidad para considerar caro una vuelta en calecita de medio minuto por cincuenta centavos. El hecho que eso fuera más o menos el costo proporcional de lo que consume ella de leche al día , más bien lo consideró un argumento pro parte. El aprendizaje temprano es necesario, pues, dada la precaria situación actual y futura de mi hijita: es mujer (su abuela paterna tiene una teoría al respecto), tiene padres que prefieren invertir en libros antes que pensar en sus respectivas jubilaciones, que son incapaces de ahorrar, que ambos son desprendidos y que además no han descubierto valor alguno en el sufrimiento....En resumen: su futuro económico es más negro que el alma de Menem.
Dar lecciones a mi nenita sobre tan espinosa disciplina, dada mi nulidad al respecto, es un ejercicio doloroso, reconozco mi incapacidad, pero debo intentarlo. Como primera medida voy a establecer un sueldo quincenal de tres pesos, y voy a intentar que viva su sueldo en circunstancias lo más reales posibles.
Para empezar, restaré un treinta y siete por ciento de ese sueldo, porque es mujer. Lo malo es que al ser mujer probablemente no pueda despedirla si se embaraza, pero al segundo recuerdo que para eso deberé esperar al menos varios años. En la planta funcional familiar figurará part-time, y el resto en negro. Si no quiere, a la calle. Si se enferma, cobrará sólo el sueldo básico, se pierde el presentismo, es decir, el 30 por ciento de lo que le pago.
Para que se vaya entrenando en el trabajo precario, una quincena de cada cuatro no le voy a pagar: la despido y la vuelvo a contratar y por lo tanto ni siquiera tendrá derecho a huelga.
Le retendré un 17 por ciento de aportes: es soltera, no tiene hijos ni mayores a su cargo. De su declaración de impuestos no podrá descontar nada porque no se ha comprado una casa, ni se lo recomiendo, y por tanto no tiene nada que desgravar. Si decide comprar una casita para sus Barbies, el adelanto o préstamo que le podré dar si reune las condiciones, le costará un tercio de su sueldo durante los próximos treinta años. Un 40 por ciento del sueldo se le va en comida... Podemos negociar si acepta comer sólo polenta, pasta con salsa y arroz hervido, y olvidarse de los yogures, los quesos que nos deleitan a ambas, los cereales de colores, las pasas de uva y las aceitunas. No le conviene refugiarse en la anorexia para ahorrarse unos mangos, pues le cobraré el tratamiento médico y psiquiátrico, y saldrá perdiendo. Miserias de la economía globalizada. Se siente. Luz, agua y teléfono, en parte proporcional.
Si mis cuentas no fallan, su asignación quincenal queda establecida en 0,4 pesos, libres ya de impuestos y gastos comunes. Con eso, puede comprarse un picodulce a la semana, o bien una entrada para la calecita cada dos meses, o una muñeca cada cinco años.
Aunque, ahora que lo pienso, es posible que mi Laura lo intuyera, y esa sea la razón de que tenga dos novios, los cuales, (aunque no la mantengan..) por el sólo hecho de ser varones, cobran más. En economía eso se llama diversificar las fuentes de ingresos. Puede que con un poco de suerte incluso yo me ahorre algún dinero.

9 comentarios:

Verónica Sukaczer dijo...

¡Ja! Me encantó. Tengo que seguir diciendo, y eso que esto no me trae ningún beneficio económico, que le ponés palabras mágicas a hechos tan cotidianos, de una forma excepcional.
Ayer Alan también perdió otro diente, y a pesar de que nunca logré que creyera en el ratón Pérez (no sé por qué, me salió racionalista este hijo), exigió su dinero. Yo sigo igual poniéndoselo debajo de la almohada, y con su vaso de leche, y su cepillo de dientes. Pero como hoy a la mañana no tenía cambio, él dijo que no se levantaba para ir a la escuela si no le daba el dinero. No se lo dí, pero más me vale que hoy consiga monedas.
Todavía no me pidió mensualidad, pero el otro día me maravilló con su primera comprensión de lo que es la economía. Para su cumple sus compañeritos de grado le regalaron plata (no me gusta, pero qué vamos a hacer...) y él quería comprarse cientos de pelotas inflables gigantes, como la que le había dado el salón del cumple ese mismo día. La pelota duró lo que dura un suspiro. Hizo implosión sin que nadie la tocara siquiera. Entonces Alan meditó: "¿para qué voy a gastar mi plata en algo que se rompe? Me quedo sin la plata y sin la pelota?". ¿No es un genio este chico? :-)

Reina dijo...

gracias vero, me lo voy a creer...
Pocas cosas debe haber más entretenido y más terrible que tener un niño al lado. Los míos con edades y géneros diversos me deparan todavía ciertas sorpresitas y furibundos enojos...
El otro día reté furiosamente a Laura,y en un momento me miró fijo y me dice: "me asustás". Puso una cara tan seria que la abracé fuerte y pensé de qué sería yo capaz en un arrebato. Siempre es bueno tener un muñeco a mano.

Gragry dijo...

Mis hijos creen aún en el ratón Pérez. O, si no creen, mantenemos el mito.

Este año pusimos como norma que los niños reciban cada mes el doble de su edad en pesos. Veinte el mayor, dieciséis el mediano, y la imposible fortuna de doce el más pequeño. Como los dos más chicos son muy antojadizos y la plata no les dura nada, reforzamos el concepto con la consigna: "¿querés esto? Bueno, guardate el deseo una semana y lo comprás". Casi nunca duran.
Aún así han ahorrado para comprarse jueguitos, juguetes, libros en la feria del libro. Ahora están ahorrando para comprarse una camarita para la play station...

Negro del Aplauso dijo...

Yo tengo 30 años, creo en el ratón perez, pero la desgraica hizo que se me partiera un diente y me salió 285 pesos arraglarlo... por las dudas le dije al dentista que me devolviera mi pedazo de diente y lo puse debajo de la almohada... para mi sorpresa al otro día había una moneda de 50 centavos al lado del diente, o el ratón perez me dejo eso y se olvidó de llevarse el diente o el otro día cuando salte a la cama y se me volaron todas las monedas del bolsillo no llegué a juntarlas todas... bueh no se ¡Tres hurra por el raton perez!

Verónica Sukaczer dijo...

Negro: ¡me encantó tu historia!

Negro del Aplauso dijo...

gracias verónica... sukaczer ¿que tipo de apellido es esé?

Verónica Sukaczer dijo...

Sukaczer... yo creía que era ruso, pero luego mi viejo me corrigió, que es polaco. Pero hace unos años, vaciando la casa de mi bobe paterna, encontramos lo que suponemos es la partida de nacimiento del papá de mi papá (está en hebreo, por eso lo de suponemos), y resulta que por ahí dice Ucrania. Así que es por ahí nomás, un poco más a la derecha o a la izquierda. Es que se movían tanto las fronteras... Judío seguro.

Negro del Aplauso dijo...

Perfecto!! un apellido para portar con clase y por sobre todas las cosas deletrar en cuanta ocasión se presente... a diferencia de muchos y en paralelismo con otros sos portadora de "AOAD" Apellido Obligado a Deletrear...
(la que zafó fue gutierrez)

Verónica Sukaczer dijo...

Me gustó eso de AOAD, es verdad. Cuando me preguntan mi apellido, yo primero lo deletreo, y luego lo digo para que sepan cómo se pronuncia. (Tal como se escribe, aunque la verdad es que se pronuncia Sukacher, pero como a mis hermanas y a mí no nos gustaba cuando éramos chicas, lo "castellanizamos"). ¡Pero me casé con un descendiente de italianos, con un apellido de lo más normal, y también tengo que andar explicándolo!.